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Historias Ejemplares

Sergio Sansegundo, un bodeguero que apostó por lo añejo

jueves 27 de septiembre de 2012, 12:11h
¿Se puede dar un giro radical a tu vida y hacerse cargo de un pequeño negocio en plena crisis?. La respuesta es 'sí'. Y para muestra un botón. Sergio Sansegundo Muñoz decidió hace un año dejar atrás todo lo que anteriormente había hecho en su vida y dedicarse a lo que más le gusta: el mundo del vino. Ahora regenta una antigua bodega situada en pleno barrio madrileño de Retiro, Bodegas J. Cuesta, fundada en 1936, a la se ha entregado en cuerpo y alma y donde confiesa que es "absolutamente feliz".
Hasta hace un año Sergio trabajaba en un estanco, un empleo en el que seguiría si la casualidad no le hubiera hecho cambiar el registro de su vida. Su historia, por sencilla, no deja de tener su 'gancho'. Hacía años que este madrileño de 40 años había hecho buenas migas con el dueño de una antigua bodega situada al final de la Calle Menéndez Pelayo, cruzando la Plaza de Mariano de Cavia, junto al popular Parque del Retiro, a la que a menudo se acercaba a comprar sus marcas preferidas y, de paso, a echar un rato de tertulia.

"Toda mi vida he sido un loco por el vino. Me encantaba entrar en todas las tiendas que vendían vinos para curiosear y ver las ofertas que tenían", relata Sergio mientras recuerda cómo se quedó prendado del local, una bodega con auténtica solera, fundada en 1936 - la licencia fue sellada en plena República- por el abuelo de la familia Cuesta, que fueron heredando sus descendientes, primero el hijo y luego el nieto. Todos 'Juanes', como el abuelo.

"Me enamoré del encanto que tenía pero sobre todo del dueño porque su interés era igual al mío, disfrutaba recomendando a sus clientes vinos y asesoraba al publico sobre lo que iba a comprar". Pero el viejo Juan murió hace dos años y su hijo, que heredó el negocio, no parecía muy dispuesto a continuar con él. Simplemente porque no le gustaba. Pero a Sergio sí. Totalmente. Así que llegaron a un acuerdo y previo pago de un alquiler mensual se quedó regentando la bodega que por desgracia por entonces ya atravesaba un serio bache en cuanto a ventas. "He tenido que invertir sin ayuda de ningún tipo más de cincuenta mil euros para 'modernizarla' sin que perdiera su original encanto", nos cuenta este emprendedor que ha querido mantener todo lo añejo. Y lo ha conseguido porque entrar en el local es como transportarse en el tiempo viendo carteles de publicidad de marcas de vinos y licores hoy inexistentes o reviviendo, mientras pisas el suelo de baldosines decorados al estilo de la época, viejas historias de artistas, futbolistas y toreros que fueron clientes de los Cuesta.

Allí entrevistamos a Sergio que nos desvela algunos 'secretos' de su pasado, como los variopintos trabajos que realizó "de joven", desde la venta de pisos y coches, hasta la de barcos de lujo en Mallorca y Altea, "yates que algunos costaban un millón de euros de los que llegué a vender 3 o 4 al mes" y no precisamente a españoles. Hasta el 2006, año en el que el negocio entró 'en dique seco', quizás barruntando ya la crisis.

O su etapa más 'glamurosa' como modelo, 'azafato' y bailarín en conocidos programas de televisión española que obtuvieron mucho éxito. Un pasado del que sin embargo Sergio habla con escaso orgullo. "Me metí porque me animaron, porque me decían que tenía un buen físico - Sergio es guapo, todo hay que decirlo- pero a mi eso no me iba. Lo mío es el trato directo con la gente".

Así que al surgirle la oportunidad de quedarse con la bodega no lo dudó ni un minuto. Y allí lleva un año "luchando por levantar el sueño de mi vida", entre cavas, licores, cervezas 'artesanales' y vinos de todo tipo de precios y procedencias - su carta abarca 900 referencias de unas 300 bodegas-, aunque su favorito es un Ribera del Duero crianza, 'El Mosaico de Baco', "espectacular", opina.

Sus clientes le han apodado "la nariz de oro" del Retiro por sus aciertos a la hora de elegir el vino más adecuado a sus necesidades. Él les corresponde dándoles consejos y con un rato de charla sobre los mejores caldos y cuáles son los más apropiados para acompañar carnes, queso, jamón o pescado, o cualquier otra novedad relacionada con su trabajo.

Su próximo 'sueño' es ofrecer catas y presentación de bodegas en el sótano del local que ha comenzado también a rehabilitar. "Si me puedo jubilar aquí - afirma Sergio con una amplia sonrisa - sería el hombre más feliz del mundo". Brindamos por ello.
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