"Mi nombre es Dionisio de Nova García, nací el 23 de mayo de 1955, en
un pueblo cerca de Valdepeñas y en el seno de una familia de viticultores y
elaboradores de vino. Pertenezco a la cuarta generación y desde pequeño he
ayudado a mi padre en la elaboración del vino". Es una sencilla
presentación personal, pero lo dice casi todo de este viticultor castellano-manchego
que -ahora veremos- ha hecho de la elaboración del vino un arte casi elevado a
la magia. Y de ahí su particular "Bodegas Dionisos", y también su
particular sobrenombre, "La Bodega de las Estrellas".
Porque en Dionisio concurren diversas circunstancias: con ascendencia
viticultora y nombre cuasi de dios griego, a los 18 años cogió la maleta, dejó
el pueblo y marchó a estudiar Ingeniería Técnica Agrícola en Madrid, aunque por
avatares de la vida terminó sus estudios en Barcelona. Fue en la Ciudad Condal donde
tuvo la oportunidad de iniciarse en el estudio de la agricultura biológica:
"Una vez que acabamos, tuvimos la oportunidad de formar el primer grupo en
España para la difusión y la promoción de la agricultura biológica que ahora
también se llama ecológica". Dionisio ya fue de joven, está claro, un
innovador. Ése fue el inicio de su actividad de emprendimiento.
En años posteriores, Dionisio se perfeccionó en el estudio y conocimiento de
la 'agricultura biológica' con cursos y reuniones técnicas en Francia y en otros
países europeos. Fue en uno de estos viajes donde Dionisio conoció a su mujer,
una alemana dedicada al turismo, con la que tuvo dos hijos, chico y chica. Sin
embargo, hubo cuarta generación de viticultores, pero hay dudas sobre la
quinta: su hijo está en Alemania dedicado a equipos de seguridad; su hija
reside en Dinamarca ocupada en cuestiones financieras.
Siguiendo con Dionisio, su camino no ha sido tan fácil: durante 12 años trabajó
en el asesoramiento y la formación en agricultura biológica en diversos
proyectos en Cataluña, Levante, Andalucía, Aragón, Rioja y hasta en Canarias. "En
un momento determinado me pareció que si lo que proponía y lo que decía más o
menos funcionaba, tenía que saber si funcionaba por lo que yo decía o por lo
que ellos hacían diferente. No me quedaba más remedio que desarrollar por mí mismo
un proyecto de aplicación de agricultura y transformación a vinos ecológicos".
Valdepeñas, el experimento y el éxito
Era el año 1996 cuando, con ese desarrollo inicial, Dinisio retornó a
Valdepeñas y se hizo cargo de la bodega familiar. "Emprender puede ser una
necesidad, pero ha de partir de una convicción profunda de querer desarrollar
tus propias iniciativas", reconoce ahora, 16 años después.
Una apreciación correcta, porque "Bodegas Dionisos" tenía que desarrollarse
a partir de una realidad muy concreta: se situaba en una zona de una gran
producción de viña y de vino, pero con una bodega pequeña que no contaba con grandes
posibilidades económicas, sino de los recursos que iban generando ellos mismos.
Había que buscar un ámbito de trabajo diferente, producir otro tipo de vino y
darle una impronta y un carácter que lo diferenciara del resto.
En las líneas muy generales, eso es en primer lugar la agricultura
biológica, que fue originando, como descubrió Dionisio, el siguiente fenómeno: las
bodegas se fueron tecnificando y sus procesos también, hasta el punto de que la
producción de vinos se comenzó a generar dentro de un sistema 'tecnológico', en
el cual son los procesos y los aditivos o las sustancias que se emplean las que
determinan la calidad y la forma de presentación y el contenido en los vinos.
Una viticultura próxima al Cosmos
"En ese ámbito, pretendemos hacer vinos que representen el terruño,
que no se empleen esos procesos tecnológicos que los hacen de no se sabe dónde
y vinos que tengan otro carácter por su forma de hacer con elementos
tradicionales y técnicas modernas actuales, pero que utilizan esos sistemas
tradicionales de elaboración". ¿Es ése su secreto? Puede, que con ciertos
añadidos: por ejemplo, y he ahí la magia, ese afán de búsqueda de lo que
Dionisio llama 'un calendario cósmico' que ayude a elegir los mejores días para
realizar las distintas labores agrícolas o de elaboración de vino: "Antes
era usado por agricultores y bodegueros, y ahora está en el mayor de los
ostracismos", nos dice.
En todo caso, es por eso que "Bodegas Dionisos" lleva hoy por
sobrenombre "La Bodega de las Estrellas". Todo tiene una explicación. De hecho,
ha preparado en la bodega un planetario que le ayuda a explicar estos procesos
y que le da una gran vistosidad e interés a la hora de atender a las múltiples
personas que le visitan.
Como complemento a la producción de vinos, estas bodegas desarrollan una
intensa actividad de enoturismo, que es el elemento que les permite el contacto
y la captación de nuestros clientes en España: "Los vinos se venden
mayoritariamente en el extranjero, sobre todo en Alemania, y en España
únicamente es en venta directa, desde la bodega, ya sea a las personas que nos
visitan, que nos conocen, ya sea a través de internet, de recomendaciones, del
boca a boca de personas que nos han conocido", nos confirma Dionisio.
La siempre problemática financiación
"La bodega ha necesitado desde que la cogí varias actualizaciones en
su maquinaria, especialmente y mejora de sus procesos, y esto ha supuesto la
necesidad de solicitar financiación". He ahí el problema básico de todo
emprendedor. "Tengo que decir que la financiación de entidades castellano-manchegas
a nosotros nos ha supuesto una gran dificultad: nos han facilitado préstamos en
condiciones muy leoninas, incluidas clausulas de suelo, cuando para otras
personas no ha habido tasa ni limite, y ahí está el vacío aeropuerto de Ciudad
Real". Es la amarga queja.
Pero tampoco las administraciones, en general, han sido permeables a
propuestas innovadoras o a propuestas diferentes, como la de Dionisio, y de ahí
viene otra queja amarga: "Suelo decir que estamos en la España profunda y
que aquí todo se hace con palmadas en el hombro y con flexiones de agradecimiento,
y si no estás acostumbrado a doblar la espalda y a dejarte tocar, no es fácil
llevar adelante iniciativas".
Son cosas que, según él, y basadas en su experiencia personal deberían
saber los emprendedores de nuevo cuño. Por eso, pide a la Administración que
preste atención a las ideas que llegan, y que se seleccionen las iniciativas a
apoyar en base también al efecto multiplicador de esa iniciativa y al efecto
fijador de población y dinamizador en determinados ámbitos o zonas.
>> Visite la web de La Bodega de las Estrellas
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