Elecciones, mentiras y ocultamientos
martes 30 de octubre de 2012, 17:14h
Hace mucho tiempo que los partidos no nos
tratan como ciudadanos sino como electores. Todo está permitido para
seducir con el voto y las promesas no comprometen ni la claridad es
obligatoria.
El paradigma actual de esta falsificación del programa electoral lo estamos viendo en Cataluña. El objetivo de la independencia para Cataluña se esconde bajo el eufemismo de "un estado propio dentro de la Unión Europea". El PSC reivindica el "derecho a decidir" porque no se
atreve a hablar de autodeterminación. Y la fiesta soberanista no se
matiza con las consecuencias que tendría esa hipótesis que no contempla la Constitución.
La abstracción se ha adueñado de la campaña electoral con una metodología de engaño a los electores en donde los partidos no dicen lo que van a hacer sino que expanden lo que creen que agrada a los electores. Luego, ya se verá. Modelo Rajoy que prometió todo lo contrario de lo que luego ha hecho. Con el agravante que él sabia que sus promesas eran falsas por imposibles. Luego se soluciona alegando que "él hace lo que la realidad le impone".
Para que Cataluña llegara a ser un nuevo estado de la Unión
Europea tendría que cumplir unos trámites dolorosos constituidos en un
camino de calvario. Primero tendría que declara la independencia y
lograrla legalmente. Ahora mismo, esa hipótesis no está contemplada en
una constitución que no admite quiebras de soberanía que está
constituida por la totalidad de los españoles. De tal forma que los
catalanes no son dueños de Cataluña ni los andaluces de Andalucía. Cada
español es catalán y cada catalán español, a efectos de soberanía
indivisible.
Si finalmente se lograra la independencia, Cataluña tendría que solicitar su adhesión a la Unión Europea, y ésta ser aceptada obligatoriamente por la totalidad de los miembros. ¡Casi nada! La salida del PSC, para mantener la ambigüedad calculada que le ha llevado al ocaso, es apuntarse al "derecho a decidir". Pero una consulta consultiva, que está escondida en esta formulación, nunca daría "derecho a decidir" porque estaría limitada al "derecho a opinar".
La "restricción mental" es un subterfugio intelectual que permite ocultar la verdad pretendiendo que no se miente. Cosas del catolicismo.
Pretende dar un sentido ambivalente a una formulación que tiene un
interpretación para quien la profiere y otra contradictoria para quien
la escucha. Debemos concluir que los líderes políticos son en realidad
sacerdotes de una nueva religión en la que dicen una cosa para que se
entienda otra.