Obama gana... pero le servirá de poco: los republicanos seguirán bloqueando sus reformas

Obama seguirá en la Casa Blanca. Todo son sonrisas, alegrías y buenas caras en el Partido Demócrata... pero en realidad el baño de multitudes no está siendo acompañado de un baño de realidad política. Y es que al presidente le esperan un mínimo de dos años para poder aspirar a controlar la Cámara de Representantes, fundamental para gobernar con éxito en EEUU.

La Cámara de Representantes es una de las dos cámaras del país, la otra es el Senado, como sucede en España, por ejemplo. Cada representante es electo por un período de dos años y puede ser reelegido, de ahí que cada tan poco tiempo sea fundamental para tanto el Partido Demócrata como el Partido Republicano su control, ya que sin él, no garantiza que las reformas que proponga el presidente que ocupe la Casa Blanca pueda llevarlas a cabo.

Obama se ha enfrentado desde 2010 a la oposición de esta cámara, que se renueva parcialmente cada esos dos años antes mencionados, y no ha podido hacer que tuvieran éxitos sus reformas, como la sanitaria, donde quería garantizar más asistencia médica a los ciudadanos sin buenos seguros privados, entre otros proyectos legislativos.

El hecho de que republicanos y demócratas estén tan enfrentados por las evidentes visiones que se tienen de la política fiscal y el uso de esos impuestos para la organización de la sociedad, hará que a Obama le esperen, al menos hasta 2014, unos tiempos realmente duros, donde tendrá que negociar todo.

Estos resultados obtenidos por el partido de Obama no son exclusivamente negativos en el campo de la Cámara de Representantes. Aunque en el Senado los demócratas han conseguido la mayoría, en gobernadores la cosa está muy descompensada, ya que los republicanos habrían conseguido 30 gobernadores en 47 de los estados donde se renovaban mandatos. Los demócratas sólo han conseguido 17. Además, si se observa el mapa electoral, el color rojo de los republicanos presentan una clara predominancia sobre el azul demócrata. Todo ello no permite que Obama pueda sonreír del todo, aunque, claro, ¿a quién no le gustaría estar en la piel de los demócratas y ocupar el Despacho oval de la Casa Blanca?


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