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El cielo, el infierno y Europa

El cielo, el infierno y Europa

martes 13 de noviembre de 2012, 12:51h
La campaña electoral en Cataluña continúa por los mismos derroteros que desde el 11 de septiembre cuando se abrió el melón del derecho a decidir la autodeterminación que pueda llevar la independencia.

Desde Cataluña no se han querido obviar las dificultades legales del proceso, ni el acomodo y encaje en una Europa que hasta ahora no ha vivido un proceso de sedición unilateral como el que se plantea. Ni las consecuencias de la deslocalización de empresas o el boicot a nuestros productos que puedan alentar grupos españoles resistencialistas más menos residuales. Pero frente a esta incertidumbre se vende la garantía de la cohesión social -la lengua castellana también es patrimonio de Cataluña y por tanto se seguirá usando como lengua oficial y nadie será expulsado de Cataluña por su origen- y la viabilidad económica. Hay quien sitúa una Cataluña independiente como séptimo estado europeo en renta per capita, otros bajan el ranking hasta el 10 ó el 13, depende. En cualquier caso mejor que ahora. Y bastante por encima de la que tendría España una vez desgajada Cataluña.

No es que se garantice el cielo, pero se atisba un horizonte posible y esperanzador.

En cambio, ¿qué ocurre más allá, en el otro lado del debate? Pues que se dibuja el infierno, con fronteras y aduanas, aranceles, caída de las exportaciones, fuga de capitales, desinversiones masivas de las multinacionales, riesgo de no cobrar las pensiones, infraestructuras que pagaba el Estado paralizadas... Incluso cosas grotescas como que los títulos universitarios catalanes no serían homologados o que no se podrá inscribir apellidos castellanos en el Registro Civil. ¡El desastre, vamos! Y, por supuesto, fuera de Europa.

Esta cuestión europea es la que preocupa más. Ningún estadista de los que cortan el bacalao -Merkel, Hollande, Cameron- se ha pronunciado hasta ahora sobre si la salida de una parte de un estado miembro de la UE conlleva su separación del club europeo. Escocia, la eventualidad de Flandes, Cataluña... Hasta ahora sólo han hablado, y rectificándose a sí mismos, algunos comisarios y altos funcionarios de Bruselas. Nada está escrito sobre lo que hasta ahora nadie contemplaba. Aunque el ministro de Exteriores, García Margallo, se atreva a asegurar que "ninguno" de los 25 miembros actuales aceptaría el ingreso de Cataluña. ¿Ha hablado con todos? Qué destreza.

Por supuesto que Cataluña contempla un escenario de integración en Europa. Esta premisa acompaña todo el discurso sobre el derecho a decidir crear un Estado propio dentro de Europa. Quedarse fuera trastocaría la estrategia de seducción a los catalanes sobre la bondad de emprender el camino solos.

No vamos a estar a tiempo pero como las elecciones del 25-N adquieren carácter plebiscitario y del resultado más o menos ampliamente soberanista dependerá que se siga con la hoja de ruta hacia la independencia, quizás sería bueno que los catalanes votáramos con plena conciencia de los que nos jugamos en términos de pertenencia o no a Europa. Y para ello faltan datos fidedignos que no nos van a suministrar ni unos ni otros, porque hasta ahora sólo se vende cielo o infierno según el prisma político.


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