martes 13 de noviembre de 2012, 17:09h
El portavoz del PP en el Congreso, Alfonso
Alonso, pide a Ignacio González y Ana Botella que se dediquen "a
gobernar" que es una manera de separar una pelea de patio de colegio. Se
equivoca el portavoz si cree que la discusión es cosa de niños, muy al
contrario se enfrentan dos modelos de gestión "pepera" que siempre
fueron incompatibles, por un lado la manera de actuar directa de Aguirre
y por otro la distancia en el tiempo para que los problemas maceren "a
lo Rajoy". Ambos modelos no coinciden ni en la hora; se nota en la
manera de gestionar las crisis.
Pero como en el fondo en el PP tienen un miedo atroz a Esperanza
Aguirre que sigue siendo presidenta del partido en Madrid, lo suyo es
hacer como que aquí no ha pasado nada. Y pasa desde que Ana Botella se
ha creído que usar el despacho de Gallardón le lleva a ser un verso
libre y a reeditar pugnas de poder para hacerse con el partido cuándo no
toca. Desde la Comunidad le animaron a tomar medidas en el caso del
Madrid Arena y lo único contundente que ha hecho la alcaldesa es
encomendarse a la virgen de La Almudena igual que Fátima Báñez le pedía
brotes verdes a la del Rocío.
No es el modelo Aguirre el mismo que el de Rajoy, cierto, pero
tampoco lo fue en su día como el de Valencia o Mallorca. Entonces en
Génova trataron de armar un eje Madrid-Valencia que Camps recorrió
varias veces con entusiasmo cuándo iba de delfin de Mariano en aquellos
años en los que cualquiera se ofrecía para ayudar cuándo en realidad se
medían la ropa unos a otros incluido el caído Matas. Aguirre puso
distancia en la Gurtel mientras que en Valencia siguieron defendiendo lo
imposible hasta rozar la opereta cómica que acabó con un ex presidente
en el banquillo. Con esos antecedentes hay que ser muy ingenuo como para
pensar que el aguirrismo iba a tragar con Ana Botella jugando a
saltarse las normas internas porque ha adelantado de manera torpe la
salida de Aguirre de la escena política, y entendió que el poder
regional se hereda como tantas otras cosas le han caído en sus manos en
esta vida.
Gobernar también se hace sin balón y se gobierna hasta dando
codazos tipo David Navarro, la política tiene riesgos cuándo hay juego
aéreo. Pedir a González que se dedique a gobernar es bastante ingenuo
por parte de la dirección nacional, que le pregunten a Botella si no lo
hace y hasta qué punto puede estar arrepentida de su envite adelantado.
No era el momento, ni el lugar, ni se daban las circunstancias. Lo de
Ana Botella es un error de estrategia bastante grave, tanto como firmar
dónde no debe.