Día de huelga general. La segunda en
ocho meses. Los sindicatos opinan que para salir de la crisis, España tiene que
estar un día sin hacer nada. Menuda
forma de ser constructivos.
Los sindicatos tienen un curioso
sentido de la oportunidad. Estalló el drama social de los desahucios, y los
sindicatos, a toro pasado, exigen que el gobierno los frene en seco. Se olvidan
de los miles y miles de desahucios que
se ejecutaron durante el gobierno de
Rodríguez Zapatero. Entonces representantes
sindicales estaban en los consejos de administración de las cajas de ahorros
que los ponían en marcha. Podían haber protestado, y exigir que los frenaran en
seco. Pero no hicieron nada. Es lo que mejor saben hacer. Nada.
Día de huelga general. Día de no hacer
nada. ¿Cuál será el balance cuando la huelga termine? ¿Nos harán más caso en
Europa? ¿Habrá bajado la prima de riesgo? ¿Disminuirá el déficit? ¿Se habrán
creado nuevos puestos de trabajo?
Esta es la realidad sindical. Gritos,
muchos. Pancartas, todas las del mundo. Manifestaciones, un día sí y otro
también. Pero, luego, nada de nada. En vez de arrimar el hombro, los sindicatos
prefieren quedarse con los brazos cruzados.
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