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70 aniversario de la película

'Casablanca', el comienzo de una gran amistad

'Casablanca', el comienzo de una gran amistad

lunes 26 de noviembre de 2012, 14:03h
"Debes recordar esto, un beso es sólo un beso..." Lo siento Sam, pero eres el primero que sabe que eso no es así. Hay besos y hay besos. Pocos de los segundos como el que se dan Rick Blaine e Ilsa Lund depués del reencuentro más improbable, en medio de ninguna parte, en un momento histórico en el que los problemas de tres pequeños seres no cuentan nada en este loco mundo.
'Casablanca', al igual que ese beso, es más que una película. Es la patria perdida en la que refugiarse cuando uno se quiere sentir bien. Un lugar donde 'La Marsellesa' no es el himno de algo tan trivial como un país, sino el de los desfavorecidos, donde se tiene la nacionalidad de borracho y el director del primer banco de Amsterdam es el cocinero. Es también el bar en el que de todos los garitos del mundo aparece ella, en el que Sam toca en el piano 'As time goes by', a pesar de que Dooley Wilson era batería y no tenía ni idea de cómo hacerlo. Es el lugar en el que se juega y se trafica con todo, dinero, diamantes, pasaportes o carne humana. El sitio en el que los tipos cuyo corazón es su parte menos vulnerable y a los que siempre les quedará París comienzan amistades eternas.

Es también el lugar en el que los hombres, si fuésemos mujeres, nos enamoraríamos de Bogart y las mujeres escucharían los latidos de su corazón como si fuesen cañonazos. Es el país donde Renault y Ferrari son, el primero un teniente con poco escrúpulos y el segundo el dueño, con menos aún, de 'El Loro Azul'. Donde 'El vampiro de Düsseldorf' se llama Ugarte y nadie piensa en él lo suficiente ni para llegar a despreciarle, donde el terrible nazi Strasser es interpretado por un alemán que huyó de Hitler tras casarse con una mujer judía.

'Casablanca' es también una conjunción de errores y casualidades que terminaron convirtiéndose en magia. Un gran malentendido en el que los galanes necesitan alzas y los protagonistas no se soportan, en el que el guión se escribe y reescribe por múltiples manos. Es una obra nunca estrenada y la fuente de inspiración de otra que sí lo hizo y dejó una frase que nunca se pronuncia en la película: "Tócala otra vez, Sam". Es el final perfecto, ése en el que "si ese avión despega y no estás con él, lo lamentarás. Tal vez no ahora, tal vez ni hoy ni mañana, pero más tarde, toda la vida". El mismo en el que tras cualquier crimen se detiene a los sospechosos habituales y en el que, de repente, mientras caminamos hacia el incierto horizonte nos damos cuenta de que es el inicio de una gran amistad... Una que durará toda la vida.

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