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Es posible evitar las elecciones anticipadas

Es posible evitar las elecciones anticipadas

lunes 04 de febrero de 2013, 08:09h
Imaginemos por un instante que tenemos otra cultura política, una que nos permitiera pensar únicamente en el interés común de todo el país. Pues bien, si ese fuera el caso, la inevitable dimisión de Mariano Rajoy no debería conducir forzosamente a la convocatoria de elecciones anticipadas. Más aun, podría convertirse en una ventana de oportunidad para poner en práctica el tan deseado pacto de Estado para enfrentar la crisis económica.

Vayamos paso por paso. En primer lugar, parto de que la dimisión de Rajoy es inevitable por lo que ya dije anteriormente: la negación rotunda de Rajoy de que Bárcenas nunca distribuyó dinero a su modo y manera en la cúpula del PP es insostenible. Rajoy no lo tenía fácil dentro de su partido para dar otra respuesta que no fuera esa rotunda negativa, pero una vez dada tal respuesta el suicidio político está consumado. Si de verdad Rajoy sigue buscando el bien común de todos los españoles, no le queda otra opción que preparar cuanto antes su salida de la Presidencia del Gobierno. Tratar de mantenerse desesperadamente al frente del Gobierno, con todo el mundo en contra, significaría meter al país en el túnel de la ingobernabilidad en cuestión de semanas.

Ahora bien, de acuerdo a nuestra Constitución, la dimisión del jefe de Gobierno no implica automáticamente la convocatoria a elecciones anticipadas. En principio, tenemos dos meses para lograr el nombramiento de un sustituto. Y ahí es donde entra el asunto de la cultura política. Si estuviéramos en Alemania no sería difícil imaginar que el partido de gobierno y el principal partido de la oposición lograran un acuerdo para elegir un nuevo Presidente de Gobierno e incluso un Gobierno completo, tanto para formarlo como coalición directa como para establecer un pacto parlamentario de apoyo al nuevo Gobierno. Es decir, con otra cultura política, que tuviera más sentido de Estado, no sería imposible escoger un nuevo Presidente de Gobierno sin necesidad de adelantar las elecciones.

Varias son las fórmulas posibles a tal efecto. Una serie de ellas se eliminan por cuanto hoy un partido tiene la mayoría absoluta (el PP), lo que significa que es indispensable contar con su acuerdo para impulsar cualquier opción. Pero quedan algunas posibles. La primera, en orden a la composición parlamentaria actual, sería elegir un nuevo jefe de Gobierno del Partido Popular. Desde luego, eso es posible con sólo los votos del PP, dado que está previsto que pueda elegirse Gobierno por mayoría simple en la segunda vuelta de presentación. Sin embargo, sería una oportunidad perdida si no se nombrara una persona del PP con el apoyo del principal partido de la oposición, sobre la base de un programa de gobierno surgido de un pacto de Estado. Dado que el PSOE ha propuesto un acuerdo de esa naturaleza, no debería extrañar que PP y PSOE entraran en un curso de negociaciones para establecer ese pacto y lograr que el nuevo jefe de Gobierno (del PP) estuviera respaldado por un sólido plan de ruta.

La otra opción consiste en negociarlo todo, incluyendo la persona a presentar como Presidente de Gobierno. Y podría ser una persona que no perteneciera a ninguno de los dos partidos mayoritarios. En el parlamento actual hay hombres y mujeres con suficiente capacidad de Gobierno entre las fuerzas políticas minoritarias. Esta fórmula podría tener tres modalidades: a) acordar la persona dejándole las manos libres para formar Gobierno y programa; b) acordar la persona y al mismo tiempo el Gobierno; c) acordar los tres elementos (persona como Presidente, composición de Gobierno y programa de acción).

Una opción más difícil aunque no imposible consistiría en nombrar a una persona del PSOE como Presidente del Gobierno. Digo que no es imposible, porque eso ya ha sucedido en otros países y es teóricamente posible, de acuerdo a nuestra Constitución. Desde luego, parece difícil que el PP aceptara esta fórmula sin pasar por unas elecciones, sobre todo ahora que tiene mayoría absoluta. Y por decirlo todo, tampoco parece que el PSOE esté dispuesto a hacerse así, de sopetón, con la responsabilidad de Gobierno, porque sabe que le tocaría dejar de decir maravillas y continuar la trocha de la estabilización. Al PSOE le convendría mucho más que el PP removiera las cosas hasta la recuperación económica y recibir un país más saneado al final de la legislatura.

En cualquier caso, resulta evidente que es posible constituir un nuevo Gobierno sin acudir a las elecciones anticipadas. Y que sería posible aprovechar la crisis para lograr un acuerdo nacional para el crecimiento y el empleo. Sólo necesitamos para ello una cultura política con mayor sentido de Estado. ¡Casi nada! Pronto tendremos ante nosotros una nueva prueba del ácido acerca de la calidad de nuestra cultura cívica y política.
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