Tarjeta roja y expulsión

         Cercados como estamos por la corrupción política, es un consuelo saber que el fútbol español está libre de pecado, porque la corrupción no ha podido marcarle un gol. A las pruebas me remito.

          Europol, la organización de policía europea, ha destapado una red de corrupción internacional en el fútbol, controlada desde Asia, en el que están implicados más de 15 países de todo el mundo y que ha llevado ya a 50 detenciones. Se han investigado más de 380 encuentros del fútbol profesional en la que ha habido prácticas sospechosas de apuestas ilegales, se han descubierto resultados amañados en 150 casos, en los que se incluían partidos de fases de calificación del Mundial, de la Eurocopa, de diversas ligas europeas y de la Liga de Campeones. Entre los países investigados figuran Alemania, Austria, Eslovenia, Gran Bretaña, Hungría, Holanda y Turquía.  En España no han encontrado nada de nada.

         España lidera el ranking futbolístico mundial por su doble condición de campeona de Europa y del mundo. Cuenta con la liga profesional más poderosa, con los más acreditados entrenadores, y con jugadores ambicionados por los mejores equipos europeos. Suscitamos envidia por nuestro sistema de juego. Y ahora, para redondear el éxito, no tiene ni un resquicio por donde se cuele la corrupción.

         Este viernes tendré la ocasión de hablar de esta buena noticia en la entrevista que haré a Sandro Rosell, el presidente del Barça, el primer club de fútbol del mundo. Y como berciano, puedo dar fe que el equipo de mis amores, la Ponferradina, juega limpio, tanto cuando gana que es casi siempre, como cuando pierde que es casi nunca. Porque esta es la verdad, en el fútbol español, el corrupto siempre está fuera de juego. Por lo tanto, tarjeta roja y expulsión.