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Aquí ni el séptimo día se descansa

Aquí ni el séptimo día se descansa

lunes 18 de febrero de 2013, 17:34h
En la idílica versión de la Biblia sobre la creación del mundo, se afirma que, llegado el séptimo día, Dios descansó. No sé si crear el mundo en tan poco tiempo le resultó al Sumo Hacedor -y lo digo con todo el respeto- muy fatigoso, pero desde luego vivir en esta España de hoy es la antítesis de la formidable metáfora bíblica.
  
El primer día Dios hizo la luz y separó la luz de las tinieblas. Lo primero era ver con claridad las cosas. Aquí según pasan no ya los días sino las horas y casi los minutos, aparecen luces que luego se apagan mientras las tinieblas lo confunden todo. Vivimos entre fogonazos mediáticos y si algo se puede agradecer es la demanda civil -esta de verdad- que Cospedal ha interpuesto contra Bárcenas -el tipo de la "peineta"- y "El País".

Y en esta confusión de luces y tinieblas, de flashes que deslumbran un momento y no son nada, de focos que se dirigen más a lo anecdótico -por grave que sea- que lo dramático, sus señorías, eso que hemos dado en llamar la clase política, se va reunir ya mismo para preguntarse sobre el estado de la nación. Si quieren, los ciudadanos les adelantamos el diagnostico: casi terminal, malo o muy malo, manifiestamente mejorable. Y lo peor es que Rajoy, seguramente, anunciará brotes verdes, aunque sin utilizar esa expresión de infausto recuerdo zapateril, y hasta es posible que anuncie su intención -ojo, solo su intención- de bajar algún día los impuestos. Rubalcaba pasará por la sangrante cifra de parados casi de puntillas -porque de buena parte tiene la culpa la miopía del Gobierno al que él perteneció- pero atacará a fondo con el tema de la corrupción y en eso se quedará la cosa. Cuando terminen su enfrentamiento, en un ejemplar ejercicio de educación democrática, el pleno se quedará casi vacío y el resto de los grupos parlamentarios hablarán no tanto a la Cámara como a las cámaras de televisión. Quizás lo de CIU y sus micros y los problemas de la saga con fugas -de capital- de los Oriol, mantenga a alguien en los escaños, por morbo, más que nada. Y se irán sus señorías a tomar café servido por camareros que tal vez cobran en negro -presuntamente- de las manos generosas de don Arturo.

Lo que no sé es si Izquierda Unida -o como se llame ahora- hablará sobre las últimas noticias que afectan a la Jefatura del Estado -nombrar así al Rey parece que queda más elegante- o sobre la más que posible pérdida de Iberia que ha empezado su huelga tras una fusión British Airways propiciada o bendecida por el Gobierno Zapatero y que ha puesto a la compañía a los pies de los caballos. Pero si la responsabilidad de la fusión la tuvo el anterior Gobierno, lo que tampoco vale es que el actual inste a trabajadores y empresa a llegar a un acuerdo porque es precisamente el Gobierno quien tiene la mayoría de la compañía a través de Bankia y la SEPI. No se puede ser espectador y protagonista; hay que elegir y mojarse.

Y volviendo a los dos grandes partidos -cada vez menos grandes si se hace caso de las encuestas- la pequeña duda es si el PSOE insistirá en su proclama de diseño: "Le pido que dimita" que recuerda demasiado -aunque esta sea más educado- al imperativo "Váyase Señor González" tan de Aznar.
  
Sólo nos queda la esperanza remota y casi imposible tal y como están las cosas de que algún día Rajoy y Rubalcaba se tomen más en serio a España que a sus partidos y su poder y pongan sobre la mesa el primero su plan de ajustes para el sector público y el segundo sus reglas para luchar contra la corrupción de los partidos y sean capaces de llegar a un acuerdo. El resto es seguir yendo cuesta abajo y sin frenos. Ni el séptimo día se puede descasar en esta España de hoy.
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