jueves 14 de marzo de 2013, 18:30h
Hay días en los que hay noticias buenas. Yo
me quedo con el dictamen del Tribunal de Justicia de la Unión Europea
echando por tierra la ley de desahucios española. Dice el dictamen que
la legislación española vulnera los derechos de los ciudadanos, les deja
sin protección suficiente frente a las cláusulas abusivas de las
hipotecas y arremete contra la práctica de que las entidades bancarias
se queden con los pisos impagados echando a la gente a la calle.
No sé qué pensara el presidente Rajoy que el pasado miércoles en
la sesión de control al Gobierno volvió a defender la Ley de Desahucios.
Por lo pronto, piense lo que piense, tendrá que poner en hora la
legislación española con la europea tal y como dictamina el Tribunal de
Justicia de la Unión Europea.
Lo sorprendente es que nos tengan que decir desde fuera lo que es
obvio y es la enorme injusticia que representa que los bancos se queden
con los pisos de quienes no pueden continuar pagándolos y además la
deuda continúe vigente. Desde la UE nos dicen que hay que buscar otras
fórmulas para evitar que los ciudadanos se queden en la calle, y que la
obligación de los poderes públicos es, precisamente, defender a los
ciudadanos de los abusos de los bancos.
Desde luego, el Gobierno ha recibido un duro varapalo y lo que
debería de hacer de manera urgente es enmendar el error y evitar que
ningún ciudadano más pierda su casa, y a veces incluso la vida porque no
puede soportar quedarse en la calle sin ninguna expectativa. A mí no
deja de sorprenderme la dureza de corazón de algunos gobernantes que se
muestran incapaces de modificar la legislación cuando esta va a en
contra de los ciudadanos como lo es la ley española de desahucios. Las
leyes deben de estar al servicio de la sociedad y cuando no es así hay
que modificarlas.
Ya digo que el dictamen del Tribunal de Justicia Europeo es una
buena noticia, una de las pocas buenas noticias que hemos tenido en los
últimos tiempos porque viene a poner coto a una
injusticia insoportable. El dictamen abre la puerta a la esperanza,
pero sobre todo a la Justicia. Bienvenido sea.