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El 'outsider' de la estabilidad

El "outsider" de la estabilidad

jueves 14 de marzo de 2013, 20:41h
Dice Hans Kung que la Curia nunca habría elegido a un revolucionario, pero puede haber elegido -conscientemente o no- a un reformador. Quizás. Pero como buen alemán, Kung -junto a buena parte de la prensa sajona- se ha dejado seducir por las formas sencillas del nuevo Papa, que contrastan, asegura, con las soberbia de muchos otros Cardenales. En realidad, estamos ante un ejemplo de choque de culturas. Al europeo Kung se le escapa que en América Latina las grandes ambiciones están cubiertas frecuentemente con ropajes enfáticamente humildes. De hecho, hace muchos años que los activistas argentinos de Derechos Humanos llevan diciendo que Jorge Mario Bergoglio tenía la ambición secreta de llegar a ser Papa.


Desde luego, hay que concederle a Kung que esas maneras sencillas son una novedad, como lo es que Francisco I sea el primer Papa jesuita de la historia. Es decir, el nuevo pontífice rompe con el perfil tradicional de los papas europeos y en ese sentido (sólo en ese) puede considerarse un "outsider". Esa imagen le permite abrir y mantener muchas expectativas sobre el carácter que imprimirá a su pontificado. Pero regresemos a la conjetura de Kung: ¿será posible que Francisco sea un reformador?

Desde luego, no llega con esos antecedentes. Y no es necesario retroceder a los oscuros tiempos de la dictadura de Videla. Desde que fue nombrado por su mentor Juan Pablo II en 2001 se ha mostrado en esa misma lógica: relativamente progresista en asuntos sociales y netamente conservador en el resto (relaciones humanas dentro y fuera de la Iglesia). De hecho, su declaración acerca de que las mujeres no están hechas para ocupar cargos, le retrata de cuerpo entero. Es decir, la Curía no ha elegido a un progresista, eso es seguro.

Hay gente que dice que una cosa es el pasado y otra muy diferente la actuación al mando dentro de la Iglesia. Algo que es particularmente característico entre jesuitas. Podría ser. Pero en ese sentido, resulta importante no olvidar cuales son las necesidades de la Iglesia según los propios purpurados: superar el síndrome Vatileaks y enderezar la nave eclesial en un mundo descreído. En el fondo, eso se concreta en un difícil objetivo: recuperar la estabilidad perdida de la Iglesia en los últimos años. Y muchos han visto en Jorge Mario Bergoglio al líder resistente e incombustible que les parece ser (con un solo pulmón, por cierto).Con maneras sencillas y su imagen de "outsider", algunos vaticanistas dicen que lo que espera la Curia no es un reformador sino un líder consistente que provea a la Iglesia de estabilidad. Y eso no se consigue destapando por completo las suciedades internas o emprendiendo aventuras dogmáticas de dudoso destino. 

Ahora bien, a fin de cuentas, no es fácil saber cuál de las dos sería la tarea más titánica: emprender una senda reformadora (como desea Kung) o lograr superar el síndrome Vatileaks y recuperar la influencia de la Iglesia en el mundo (sin hacer demasiadas reformas desestabilizantes). Lo único seguro es que, opte por un comino o por otro, Francisco I no lo tendrá fácil.
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