En los últimos meses he seguido con interés las
diferentes manifestaciones sobre el futuro del Museo del Greco y debo decir,
con todo respeto hacia las opiniones contrarias a la mía, que nunca he estado a
favor de las propuestas que defendían retirar de este espacio las obras
del pintor cretense.
Esta opinión se fundamenta en distintas razones que
me gustaría exponer aquí; ninguna de ellas, por cierto, basada en ninguno
de los colores políticos que se han
manifestado a favor o en contra, sino en lo que, desde mi humilde forma de
aproximarme a este debate, me parece más acertado.
En primer lugar, el abandono del Museo del Greco
convertiría en papel mojado la inversión de seis millones de euros realizada
para renovarlo, cuya culminación esperamos muchos con ilusión durante años. Por
otro lado, la ejecución de políticas públicas efectivas y que redunden en
beneficio de la sociedad a la que pretenden servir, exige una permanencia en el
tiempo que permita constatar su eficacia o determinar si la apuesta fue
acertada, antes de preguntarse si se tendría que haber hecho algo diferente.
Está claro que la renovación del Museo del Greco, transcurridos solo dos años
desde su reapertura, no ha contado aún con este tiempo.
Asimismo, considerando los datos publicados por el
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en su página web, el número de
visitantes, indicador fundamental para la gestión de un museo, no solo creció
en 2012 respecto al año de reapertura y pese a la crisis, sino que está por
encima de años de bonanza económica como el 2001. Estas cifras pueden señalar,
aunque sea solo como aproximación, que el proyecto que vino respaldado por la
inversión de seis millones de euros no debe considerarse agotado.
En segundo lugar, y sin adentrarme en la
importancia de la ubicación física de este museo para la Judería y el flujo de
turistas por la ciudad, el que este museo se siga conociendo como "casa-museo",
aunque ya no sea su nombre oficial y pese a que el Greco nunca vivió allí,
tiene su importancia. Hay muchos museos, no tantas casas-museo; y estos pequeños
detalles resultan atractivos al visitante. Sería, por tanto, un valor
intangible de la ciudad que desaparecería.
Esto me lleva a una tercera reflexión, que creo que
no se ha comentado tanto. Una desaparición del actual Museo del Greco
desnaturalizaría el legado de Benigno de la Vega-Inclán y, con
ello, el patrimonio histórico de Toledo perdería una de sus singularidades.
Este hombre no sólo impulsó la creación del Museo del Greco, sino también la de
otros espacios como el actual Museo Nacional del Romanticismo en Madrid o la Casa de Cervantes en
Valladolid. También ideó lo que hoy son los Paradores Nacionales y realizó una
de las primeras campañas de promoción turística de nuestro país en el exterior
con el lema "Sunny Spain". El que
Toledo cuente con uno de los lugares auspiciados por él aporta un valor añadido
que debe considerarse.
Finalmente, creo que en la actualidad los museos
van mucho más allá de sus colecciones, por lo que no considero acertado creer
que un museo o su colección son mejores por albergarse en un edificio u otro.
Superados unos estándares de calidad mínimos, que sin duda el edificio del
Museo del Greco cumple, para alcanzar la eficacia en el servicio público que debe
prestar cualquier centro de cultura, no basta solo con tener una buena
colección. Las exposiciones temporales, los programas culturales y educativos,
la accesibilidad de las personas con alguna discapacidad, las publicaciones,
los proyectos científicas y los servicios que se prestan a los estudiosos, el
discurso museográfico, las itinerancias en otros museos y la alternancia de las
obras que se exponen, la colaboración y trabajo conjunto con otras
instituciones, la presencia en redes sociales... todo esto son factores que en la
actualidad hacen que los museos sean más útiles.
Creo que Toledo es ya, para quien quiera verla así,
un museo del Greco. Basta pensar en el Hospital de Tavera, Santo Tomé o Santo
Domingo el Antiguo. Es acertada la apuesta por potenciar esa imagen; y también
hacerlo conservando todos sus lugares emblemáticos, como el actual Museo del
Greco. El IV Centenario lo merece.
Javier Rodríguez
Alcayna
Escritor
http://javierrodriguezalcayna.wordpress.com