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Sobre el Museo de El Greco

Sobre el Museo de El Greco

jueves 25 de abril de 2013, 09:30h

En los últimos meses he seguido con interés las diferentes manifestaciones sobre el futuro del Museo del Greco y debo decir, con todo respeto hacia las opiniones contrarias a la mía, que nunca he estado a favor de las propuestas que defendían retirar de este espacio las obras del  pintor cretense.

Esta opinión se fundamenta en distintas razones que me gustaría exponer aquí; ninguna de ellas, por cierto, basada en ninguno de  los colores políticos que se han manifestado a favor o en contra, sino en lo que, desde mi humilde forma de aproximarme a este debate, me parece más acertado.

En primer lugar, el abandono del Museo del Greco convertiría en papel mojado la inversión de seis millones de euros realizada para renovarlo, cuya culminación esperamos muchos con ilusión durante años. Por otro lado, la ejecución de políticas públicas efectivas y que redunden en beneficio de la sociedad a la que pretenden servir, exige una permanencia en el tiempo que permita constatar su eficacia o determinar si la apuesta fue acertada, antes de preguntarse si se tendría que haber hecho algo diferente. Está claro que la renovación del Museo del Greco, transcurridos solo dos años desde su reapertura, no ha contado aún con este tiempo.

Asimismo, considerando los datos publicados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en su página web, el número de visitantes, indicador fundamental para la gestión de un museo, no solo creció en 2012 respecto al año de reapertura y pese a la crisis, sino que está por encima de años de bonanza económica como el 2001. Estas cifras pueden señalar, aunque sea solo como aproximación, que el proyecto que vino respaldado por la inversión de seis millones de euros no debe considerarse agotado.

En segundo lugar, y sin adentrarme en la importancia de la ubicación física de este museo para la Judería y el flujo de turistas por la ciudad, el que este museo se siga conociendo como "casa-museo", aunque ya no sea su nombre oficial y pese a que el Greco nunca vivió allí, tiene su importancia. Hay muchos museos, no tantas casas-museo; y estos pequeños detalles resultan atractivos al visitante. Sería, por tanto, un valor intangible de la ciudad que desaparecería.

Esto me lleva a una tercera reflexión, que creo que no se ha comentado tanto. Una desaparición del actual Museo del Greco desnaturalizaría el legado de Benigno de la Vega-Inclán y, con ello, el patrimonio histórico de Toledo perdería una de sus singularidades. Este hombre no sólo impulsó la creación del Museo del Greco, sino también la de otros espacios como el actual Museo Nacional del Romanticismo en Madrid o la Casa de Cervantes en Valladolid. También ideó lo que hoy son los Paradores Nacionales y realizó una de las primeras campañas de promoción turística de nuestro país en el exterior con el lema "Sunny Spain". El que Toledo cuente con uno de los lugares auspiciados por él aporta un valor añadido que debe considerarse.

Finalmente, creo que en la actualidad los museos van mucho más allá de sus colecciones, por lo que no considero acertado creer que un museo o su colección son mejores por albergarse en un edificio u otro. Superados unos estándares de calidad mínimos, que sin duda el edificio del Museo del Greco cumple, para alcanzar la eficacia en el servicio público que debe prestar cualquier centro de cultura, no basta solo con tener una buena colección. Las exposiciones temporales, los programas culturales y educativos, la accesibilidad de las personas con alguna discapacidad, las publicaciones, los proyectos científicas y los servicios que se prestan a los estudiosos, el discurso museográfico, las itinerancias en otros museos y la alternancia de las obras que se exponen, la colaboración y trabajo conjunto con otras instituciones, la presencia en redes sociales... todo esto son factores que en la actualidad hacen que los museos sean más útiles.

Creo que Toledo es ya, para quien quiera verla así, un museo del Greco. Basta pensar en el Hospital de Tavera, Santo Tomé o Santo Domingo el Antiguo. Es acertada la apuesta por potenciar esa imagen; y también hacerlo conservando todos sus lugares emblemáticos, como el actual Museo del Greco. El IV Centenario lo merece.

Javier Rodríguez Alcayna

Escritor

http://javierrodriguezalcayna.wordpress.com

 

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