www.diariocritico.com
Huele a plebe Marilu

Huele a plebe Marilu

domingo 28 de abril de 2013, 11:00h

Pienso como María de los Llanos de la Luna, dios mío que apellidos más selectos y conspicuos, que es importante que haya pijos y ricos, que son los que luego gastan y consumen. Nada que objetar por supuesto. O solo incluso ir más allá, pues sobre la necesidad de los pijos hay varios tratados por escribir. Sabed que sin los pijos no solo se consumiría menos, sino que también habría menos glamour y manierismo. Sin ellos nos desaparecerían gestos básicos de la especie, como el de atusarse el cabello con la mano lacia, o convertir en santo a un perro bobón simpático, Snoopi. Esto último demuestra que amar a los animales no es blandenguería, sino santa pijez, más honda que el humanitarismo panfletario de los ecologistas o los progres.

O sea, que hay más cosas buenas en los pijos que su voraz consumo. Hay también beneficios lingüísticos. El osea, en cuanto a versatilidad expresiva, es del nivel de las palabras rollo o guay. Los pijos son estetas sublimes del palmito, y a diferencia de los titiriteros (Barden, Sabina, Toledo, Candela Peña, esa gente que tanto odian por lo guarrillos que parecen) siempre llevan la ropa conjuntá, no usan barbas desganadas, huelen a Cola Cao por la mañana y no a tabarruco o a anís. Un día me lo dijo Piruli. Jamás verás a un pijo escudriñarse los dientes con un palillo.

No entiendo, y se lo digo a Marilu, porque no han hecho una asociación o colegio oficial de pijos. Se trata de aunar preceptos, crear doctrina, evangelizar a los herejes (bueno esto no, a ver si vamos a ser todos pijos que ya no mola), lanzar un diccionario, acondicionar un territorio, escribir un libro, plantar un árbol, salvar el mundo, no sé, algo guay de lo divino...

Un lugar para los héroes. Un espacio para recordar las batallas. Una cinemateca en la que reponer sin descanso Pocholo y Borja Mari. Una hornacina donde colocar la estatua de San Snoopi o Victoria Beckam. Un sofá para tener una conversación con Tamara Falcó y echarse un concurso de oseas. El premio visa gratis durante una semana en las boutiques de Serrano. Siempre me lo he preguntado. ¿Por qué los pijos no hacen algún tipo de convención anual para ir asentando las esencias?

Además no es que consuman más, es que son el consumo. No es que amen el capitalismo es que son el capitalismo. Dominan el cocodrilo del consumo con bridas de hierro. María de los llanos de la Luna, mira cuánta potra hay por ahí, cuántas zapatillas, chándal deshilachados, moralla común. Glamour Marilu, glamour, que recubrir el riquísimo mundo interior de los pijos no se hace con cualquier prenda que huela a plebe. Porque lo que pasa es eso, Marílu, que huele a plebe por todas partes. Y así no hay quien haga una foto bonita por los jardines. 

Manuel Juliá

 

http://www.manueljulia.com

 

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios