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¿Ley de Emprendedores? ¿Accidente o substancia?

¿Ley de Emprendedores? ¿Accidente o substancia?

sábado 25 de mayo de 2013, 09:59h
Ley de Emprendedores, hasta suena bien. Leído el anteproyecto, sin embargo, la cosa se queda en poco. Los políticos de granja creen que cambiando las palabras se cambia la sustancia de las cosas y, así, dicen Personas de Movilidad Reducida en vez de paralíticos como si así su problema mejorara o llaman a los ciegos invidentes como si tal voz produjera un chispazo de luz en su ardiente oscuridad.Ahora han decidido llamar emprendedor al que toda la vida de Dios ha sido autónomo. Una ley de emprendedores debería partir de algo tan obvio como desaparecido en el texto legal: la definición de emprendedor.

Un emprendedor es una tipología caracteriológica. Si digo una persona echada para adelante (echao pa´lante en idiolecto rajoyano) se entenderá mejor. En castellano decimos de alguien industrioso, atrevido y con iniciativa que es una persona emprendedora. Es claro que no se trata de algo que se establezca por ley o que se pueda determinar con un consejo (¿qué será lo que aconsejan?) de ministros.

Estos chicos intentan, otra vez, que la mano sea más rápida que la vista. Un parado es ahora un emprendedor, un autónomo es ahora un emprendedor, un empresario -particularmente los pequeños- es ahora un emprendedor. No importa si el parado es una persona que no desea emprender nada o, simplemente, alguien que desea trabajar por cuenta ajena. Un autónomo tampoco es un emprendedor, aunque es claro que se va pareciendo más, y tampoco lo es necesariamente un empresario.

Emprendedor es Eduard Sentís de Rubí que fundó hace unos años Edse Inventiva con la idea de aportar simplicidad a diseños cotidianos. Hace poco ganaron un concurso de cinco millones de euros para fabricar con su diseño 11.000 bicicletas para el ayuntamiento de Copenhague. Con el pedido en mano y rubricado por el estado danés, Eduard no consiguió que ningún banco le financiara los menos de tres millones que costaría la producción. Iban a crear puestos de trabajo y, muy posiblemente, iban a dar el primer gran paso hacia una industria española que abastecería muchas ciudades con su estupendo diseño.

Emprendedor es Diego Martínez Santos, perseguidor del Bossón de Higgs en el CERN nada menos, que ha sido nombrado el mejor científico europeo menor de 35 años por la prestigiosa European Physical Society. El Programa Ramón y Cajal, dependiente del Ministerio de Cultura (Wert) y dependiente a su vez de Mariano Rajoy, le negó una beca que le habría permitido repatriarse. Emprendedora es Nuria Martí Gutiérrez, coautora del descubrimiento científico del año que ha conseguido derivar células madre de embriones humanos. Fue despedida por un  ERE del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia hace un año

Eduard Sentís ha vendido su contrato a una empresa danesa que fabricará las bicicletas. Diego Martínez Santos sigue investigando para el CERN subvencionado por una empresa alemana.  Nuria Martí Gutiérrez lleva un año en la Universidad de Oregón y allí se va a aquedar. Ninguno de estos tres jóvenes españoles cuyo talento beneficiará a otros países por culpa de un gobierno tan malo que no hay palabras para describirlo, se ha visto no ya beneficiado, tan solo apoyado por el estado español.

Ninguno de estos tres emprendedores con capacidad de generar valor añadido, puestos de trabajo y tecnología punta en España, ha sido contactado por nadie del gobierno para ofrecerles un futuro aquí a pesar de que ya han demostrado su valía. Emprender es un rasgo de carácter, como ser pusilánime y lánguido. No se puede otorgar por una palabra en una chapuza que se publica en el BOE como si eso la hiciera potable. Ser emprendedor es una actitud en la vida; ser emprendedor es llamar a esos tres jóvenes y procurar repescarlos.

Lo sensato, lo adecuado, lo lógico es apoyar y facilitar la iniciativa de la gente con empuje, ya sea físico, ya sea intelectual. Una ley de emprendedores que habla -¡otra vez!- de ventanilla única vuelve a caer en el error obvio: no se trata del número de ventanillas sino del número de trámites y papeles. Una ley que no regula ni coordina ni dispone un sistema de financiación accesible, no ayuda a emprender nada. Una ley que considera emprendedor a un corredor de seguros y no al mejor investigador europeo menor de 35 años, es una burla.
¿Ley de Emprendedores? Venga, menos cachondeo. 
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