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Mujeres saudíes

Mujeres saudíes

lunes 10 de junio de 2013, 10:20h

Casi nadie se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde, del mismo modo que tampoco es consciente de lo que acaba de perder en su relación con un ser querido hasta que no traspasa el umbral   de la muerte. Posiblemente sea así, pero cuanto antes deberíamos de intentar cambiar estas y otras realidades para no perdernos lo mejor de vivir.

Reconocer las carencias que se sufren es también un primer paso para cambiar situaciones. Ese es, por ejemplo, el caso de   las mujeres saudíes que, en los últimos meses, debajo de su abaya -la vestimenta típica utilizada por ellas en los países del Golfo-, están asistiendo, poquito a poco, a una serie de tímidas reformas políticas y sociales   que, posiblemente, les estén ayudando a ser conscientes de lo mucho que han tenido -y tienen aún- que sufrir, sobre todo, con respecto al varón. Las crónicas   que nos están mandando desde allí los enviados especiales de los diarios nos recuerdan las difíciles circunstancias   que están atravesando   las profesionales, las dependientas o las amas de casa  de este país   por cuestiones tan  cotidianas y aparentemente banales como conducir su propio vehículo, comprar en una corsetería, asistir a un gimnasio o pasear solas por la calle. Estas mujeres, en el mejor de los casos, necesitan el permiso de sus maridos, padres o hermanos para viajar, trabajar o moverse.

Ese pretendido,  y más mediático que real, aperturismo del rey saudí, Abdalá bin Abdelaziz, ha llegado a tal extremo que, recientemente, ha "osado" permitir a las mujeres hasta montar en bicicleta. Si, como lo oye, en bicicleta. Pero, eso sí, "en lugares públicos y  siempre que estén acompañadas por parientes masculinos que puedan proporcionarles ayuda rápidamente en caso de caídas o accidentes". Como puede observarse, la imaginación no es precisamente el fuerte del gobierno saudí. Más concretamente, ha sido la Comisión para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio   (estos   sí que son nombres acertados y descriptivos de los fines que persigue un organismo de la administración  real saudí, sí señor...) ha levantado hace cuatro días esta prohibición.


Maquíllate, maquíllate

Los citados son solo algunos ejemplos de las innumerables actividades que las mujeres saudíes sencillamente tienen prohibidas por imperativo legal, religioso y, lo que quizás aún es mucho peor, por tradición  cultural.

Es muy fácil para el rey saudí   promulgar unas cuantas leyes que intenten maquillar, aunque solo sea para cubrir las apariencias, una realidad secular que él y sus antepasados han impuesto a sus súbditas   y, con estas leyes, intentar hacer creer   al resto del mundo que esa condición  -la de  súbditas- ha acabado ya y que todas las mujeres  saudiíes son ahora ciudadanas. El rey y todos nosotros sabemos perfectamente que eso no es así. Hay una   circunstancia, la tradición cultural, lo que siempre se ha venido haciendo, que no es nada fácil de vencer, por un sinfín de resistencias internas    que, desde luego, no van a ser  desechadas con la simple   promulgación de una ley, condición necesaria pero no suficiente para cambiar radicalmente la situación de la mujer en Arabia Saudí.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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