miércoles 19 de junio de 2013, 14:10h
El acuerdo entre Rajoy y Rubalcaba para llevar ante Europa, entiéndase
ante la Alemania de Merkel, una postura
común sobre medidas para relanzar la economía, a la que desearían integrar al
resto de fuerzas políticas parlamentarias, ha sido noticia de relieve relativo
tanto porque era posible y se esperaba como porque es un primer paso que deberá
ser mejorado y aprobado por el Congreso de los Diputados. Tiene el valor de un
gesto: del Presidente del Gobierno porque en asunto no programático ha llegado a
un acuerdo con el principal partido de la oposición; en cuanto a Rubalcaba,
porque tiene un ejemplo para adornar de veracidad su oferta permanente de
diálogo.
Pero aparte de este episodio y el de un buen dato en reducción del
desempleo, o el anuncio del ministro Guindos de un respiro en la recesión, las
malas noticias se acumulan, por más que el propio presidente y especialmente
la
Vicepresidenta traten de mantener una difícil esperanza en su
mejoría, racionalizando los datos y las expectativas. Hay que reconocer que la
situación económica general es muy mala y solo es superada por la situación
social, como reflejan las encuestas. Con esta negra situación y bajo la tutela
germana, todo es difícil.
Muy difícil es mantener el tipo en todo lo referente a la financiación
irregular del partido popular, que quizá no sea delito si no se vincula a un
trato de favor a los donantes contratistas de las Administraciones, pero es una
monstruosidad ética y un insulto a los millones de ciudadanos que lo están
pasando muy mal. Pero otra cosa son las implicaciones de la llamada trama Gurtel
con su inatacable buque insignia Bárcenas, que semana a semana va sumando
sorpresas, sin que nadie en su antiguo partido político se atreva a levantar esa
oronda liebre suiza que ya representa casi cincuenta millones de euros. Claro
que, la generosa cosecha de corrupción de todo signo a lo largo y ancho de
España, difumina a veces la gravedad de unos hechos que afectan a la cúpula del
poder conservador.
Pero si grave es la situación como consecuencia de noticias sobre estos
hechos delictivos o cuando menos
reprobables ética y socialmente que, además, no son noticia porque están
presentes todos los días, no son comparables con las que nos dedican desde
Bruselas o desde Nueva York. Si hace pocos días se nos indicaba que la reforma
fiscal era insuficiente y parcial, ahora es el Fondo Monetario Internacional
que, después de unas referencias balsámicas hace unos días que le sirvieron a
Rajoy para predecir un cambio de la tendencia económica y a la ministra Bañez
ver brotes verdes, lanza hoy mismo un informe sobre la economía española que
carga con más preocupación el general y profundo pesimismo de la sociedad
española.
Por no extendernos en las prolijas recomendaciones y advertencias,
bastará con referirse a los puntos más duros del documento, como son la
profundización de la reforma laboral en lo que afecta a la flexibilidad en la
contratación y la modificación de los contratos, léase rebaja de salarios; el
saneamiento de la banca, para que pueda cumplir con holgura su finalidad de
prestar financiación a las empresas; o la reforma de las pensiones, en línea con
las recomendaciones del grupo de expertos. Y esto junto a otras recomendaciones
de ominoso cumplimiento para un
gobierno que lleva dos años tratando de contener con medidas impopulares el
desmoronamiento de una economía asentada sobre arenas movedizas. Difícil
objetivo cuando los resquicios para el optimismo los taponan las malas
noticias.