Cuando Carlos empezó en esto de la estética lo hizo casi por
casualidad, su camino iba por otros derroteros, el de la enfermería. Tras diez
años trabajando por cuenta ajena y casi casi en un estado de nervios diarios,
decidió tomar la alternativa, como los toreros. Hace dos años abrió Carlos
Peluqueros, una peluquería familiar, donde lo importante es el cliente, y no
son sólo palabras.
Carlos de Dios nació en Madrid hace 35 años, en una familia
que "siempre me ha apoyado. En mi madre tengo mi mayor reconocimiento e
impulso". Apoyo que ha necesitado a menudo, "porque esto de empezar
sólo ha sido muy duro. Han sido demasiados quebraderos de cabeza". Nadie
dijo que emprender fuera fácil y sencillo, "pero tampoco te avisan de las
horas de sueño que pierdes por intentar mantenerte".
Carlos llegó tarde al mundo de la peluquería. Pasó por una formación
profesional en el sector de la sanidad, pero realmente lo que le gustaba era el
arte de los peines y las tijeras. Se formó en el madrileño
barrio de Vallecas, en una pequeña academia. "Pero ahí no terminó mi
formación, porque creo que en este mundo hay que estar en constante
aprendizaje, reciclándote y mejorando para no quedarte atrás", puntualiza
Carlos.
Su situación en la peluquería para la que trabajaba se tornó en una experiencia
horrible, "llegó un momento en el que mi vida no era vida. Sólo trabajaba
para mis jefes. Porque los empresarios de este sector tienen la idea de que -¡Ah!
lo siento, este es un trabajo de muchas horas y es lo que hay", nos dice
con verdadera desilusión. Por esa situación de explotación de la que quería
salir 'o me costaba la vida', y por el impulso que recibió de su pareja
Fernando, que "ha sido mi contrafuerte", decidió empezar por su
cuenta, ahora dos años.
Escogió un barrio, el de la Concepción, "porque este barrio es pequeño,
pero tienes de todo. Las comunicaciones son muy buenas y los clientes que
vienen son fieles", puntualiza. Y es que en su peluquería se respira
solidaridad, se respira cariño por los clientes y el arte fluye por doquier.
Su perfil de clientes, no tienen perfil. Hay gente muy joven, que salen con las
últimas tendencias o gente mayor que va buscando una charla, una compañía y
el cariño que recibe del equipo de la peluquería.
Porque su equipo es uno de los mayores valores de los que Carlos se siente muy
orgulloso, "son más que compañeros o empleados, son mi familia". Se
interesa por sus problemas, arrima el hombro si lo necesitan y les trata con
guante de oro. Él es el primero que llega y el último que se va. "He
aplicado una política de equipo, de compañeros. Me gusta, y acepto
perfectamente, que me corrijan si me equivoco. Soy un jefe atípico. Me apoyo en
ellos y tengo muy claro que la mejor base es que el equipo esté contento."
Además de los servicios de peluquería, tiene una 'carta' de estética muy
completa, "te hacemos desde una depilación con varias ceras según las
necesidades del cliente, hasta tratamientos de belleza de lo más avanzado y
revolucionarias", matiza Carlos, con orgullo y pasión.
El punto diferencial de este centro estético es el trato, como en Familia; es
el ambiente, juvenil y despreocupado; pero por encima de todo, es el arte y el
estilo con el que sales por sus puertas. A la última moda y con una sonrisa
suele ser la cara de todos los clientes que se ponen en manos de Carlos y su
equipo de grandes profesionales.
La peluquería Carlos está en Av Badajoz, 24 Madrid
913 20 83 22
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