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Hedores y sumideros

Hedores y sumideros

miércoles 04 de septiembre de 2013, 12:30h
Algo huele a podrido en Washington cuando se preocupan más por el cómo matar personas y no por el hecho de matarlas. Más de 100.000 muertos en Siria y Obama sólo se moviliza si se usa gas. En 1999, en Arizona, un hombre tardó 18 minutos en morir al ser ejecutado en una cámara de gas. La prolongada agonía se repitió con otro condenado en California en 1992. Y sin embargo gasear a la gente hasta matarla sigue siendo legal en cuatro estados; Arizona, California, Missouri y Wyoming. ¿No debería el Pentágono plantearse bombardear a estos estados?

Obama ha resultado bastante decepcionante. No ha sido ese "magical negro" en palabras de Spike Lee, sobre el que escribí una vez. Mediocre político e inmerecido premio Nobel de la Paz, su último y más sonado error ha sido vocear "urbi et orbe" su voluntad de castigar, cínica mentira, al régimen de Assad por el supuesto empleo de armas químicas en Siria.

Una parte de ese error es la dificultad de probar la autoría de ese ataque y el cuestionable criterio de considerar a unas armas químicas y a otras no. Chávez notaba en la ONU cierto olor sulfúrico tras el paso de Bush. Otros también en Vietnam. "Adoro el olor del napalm por las mañanas", Kilgore dixit. The good old napalm. Benceno, gasolina, poliestireno, fósforo blanco... ácido nafténico y palmítico. ¿Cómo no recordar la foto de la niña vietnamita de nueve años Kim Phuc abrasada? Curiosamente, o no, el napalm no se cataloga como arma química, y Estados Unidos lo ha usado con profusión. La última vez en la invasión de Irak, junto con los proyectiles de uranio empobrecido; todo muy legal, son inventos del complejo militar-industrial estadounidense y a ellos les huele tan bien como si fueran sus propios pedos y no los gases de otros.

Pero ese no es el error más grave de Obama. Una cosa es ser un "pato cojo" y otra dispararse en el pie antes de tiempo. Obama se ha colocado a sí mismo en una posición de "Zugzwang", un término alemán de ajedrez. Se refiere a la desventaja del jugador obligado a un movimiento cuando cualquiera de los posibles empeorará su  situación. La opción menos mala para Obama es dar largas al asunto de los bombardeos enredándose con los pretextos de la ONU y el Congreso. Pero necesita poner en pie a los rebeldes, darles aire y convertirlos de nuevo en un rival capaz de hacer frente a Assad.

Las declaraciones oficiales insisten, por supuesto, en subrayar que Irak no es Siria, donde apenas hay petróleo. No se trata de arrasar el país, invadirlo o situar soldados sobre el terreno. Tampoco Washington quiere desmantelar el Baaz sirio ni derrocar a Assad. Una victoria rebelde pondría en peligro a los Estados Unidos y a su aliado Israel tanto como el triunfo de Assad; en este punto el estancamiento en la guerra es la única opción política deseable para Obama, convirtiendo esa guerra civil en una de desgaste entre el Irán chiita, Hezbollah y el ejército de Assad, trabados a sangre y fuego contra una miríada de grupos yihadistas sunís, incluyendo a los más extremistas de al-Qaeda. No caigamos en la ingenuidad maniquea de considerar a cualquier opositor o rebelde contra una dictadura un salvífico demócrata de carnet. Como si no hubiéramos aprendido nada de Libia, Egipto o los etarras antifranquistas.

 
La verdadera razón del bombardeo es debilitar a Assad restableciendo el equilibrio entre los dos bandos enfrentados para evitar la victoria de cualquiera de ellos. De paso también suprimir su sofisticado sistema antiaéreo, facilitando el vuelo de los cazabombarderos israelíes para destruir las instalaciones nucleares de Irán. Pero si la opinión pública occidental impide un ataque aéreo los estrategas del Pentágono con la información israelí buscarán alternativas.

¿Cuáles son entonces los planes de contingencia?

Obama enviará más y mejores armas a los rebeldes, convirtiendo ese país en un pozo negro que atraiga y trague todas las moscas más gordas; talibanes, yihadistas, mártires con bombas adosadas al pecho, miembros de Hezbollah, la Yama'a Islamiya y a todos los muyahidín dispersos por el mundo dispuestos a matarse entre sí. Chiíes contra suníes y todos contra los ismaelitas como Assad, convertido como Bush en otro Belcebú o "Ba'al Zvuv", es decir, "El Señor de las Moscas" reinando sobre un sumidero de fanáticos asesinos.

Más de dos millones de refugiados, 110.000 muertos y contando... Los perdedores, como siempre, serán los civilizados y pacíficos sirios, convertidos a su pesar en refugiados más allá de sus fronteras o en daños colaterales quemados, bombardeados o tiroteados. Gaseados no, pues sólo es legal en Arizona, California, Missouri y Wyoming. En Siria no.
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