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Senectud, divino tesoro

Senectud, divino tesoro

sábado 21 de septiembre de 2013, 10:15h
Después de ahogar a una o dos generaciones los añosos representantes de mi estirpe se agarran a las columnas del  templo y dicen que si las sueltan el templo se caerá. Y los que viven más en la senectud tienen afiladas uñas clavadas en alfombras, sillones, cortinas, lo que sea. El caso es que ni con remolcadores puedan sacarlos de sus trincheras. Cuando eran, éramos, mozos, nos pusimos el cuchillo afilado entre los dientes y surcamos selvas, barrios, asaltamos almenas fortalecidas. Me acuerdo de cuando mi generación derrumbó la puerta y entró en todo tipo de poder, derrocando entonces a las generaciones que se habían hecho de piedra en el franquismo.

Pero ahora no hay quien nos mueva del machete, púlpito, sillón o predio. Y como la vida es más estrecha pues no hay hueco para que entren los que vienen detrás. Así ocurre que una generación está llegando al ecuador de la vida sin haber comenzado a vivir. Tienen enfrente unos sesentones que lo acaparan todo. Nuestra generosidad es enclenque y bien que nos llenamos (ah se llenan pero me parece impúdico quitarme de en medio) de palabrería fútil sobre los cambios, las renovaciones, el aire fresco. Aquí hay peroratas y sofismas a cientos mientras nada se mueve de su lugar. Es como si no hubiera llegado el meteorito y los dinosaurios siguieran gobernando la tierra.

Y a lo mejor hará falta que caiga un meteorito para que la evolución cumpla su fin, y las generaciones jóvenes comiencen a ocupar su lugar. De otra manera no lo veo. Echemos un vistazo al museo del tiempo de nuestra política y pongámonos después a llorar. A Rajoy lo recuerdo de mozo en las fotos primerizas, con pinta de seminarista, y no olvido cuando nos contó lo del hilillo que creó la catástrofe del cachalote. De Rubalcaba qué voy a decir, entonces tenía pelo y hacia poco que The Beatles triunfaban con grandes canciones y gestos obscenos. Rosa Díez ya cazaba dinosauros en la prehistoria. Cayo Lara tiene en esto más mili que el palo de la bandera. Y qué decir de los sindicatos. Cándido Méndez se va pareciendo al abuelo de Heidi y las manifestaciones de Asaja (Asociación jóvenes Agricultores) no se sabe si son por las pensiones o por el campo. Ahí está, ahí está, vieeendo vencer el tiempo, la Pueeeerta de Alcalá.

Y qué puedo señalar del rey sino que érase un hombre a una corona pegado. ¡Majestad, deje ya al muchacho no se le vaya a pasar el arroz como a Carlos de Inglaterra! Hora es ya hermanos de cumplir la esencia genética de la vida. Que  los que preceden sucedan y que los que hayan de irse se vayan. Y no tengamos miedo, que esta juventud está llena de gente preparada, con idiomas, son más liberales, más justos. Y sin tantos vicios aprendidos.
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