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Los espías espían

Los espías espían

martes 29 de octubre de 2013, 17:33h
Los espías espían, sí. Y las putas cobran, los políticos mienten y la ocasión hace al ladrón, ya te apellides Urdangarín, Bárcenas  o tengas carnet de sindicalista. Un escándalo, oiga. Como descubrir a los Estados Unidos controlando a Berlín tanto como a Pyongyang. Y eso ya lo advirtió el Primer Ministro británico, Lord Palmerston, hace ya siglo y medio emulando a Pero Grullo al decir aquello de "Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes; Inglaterra tiene intereses permanentes". No consideró necesario añadir que por eso todos se espían entre sí. Lo de países aliados o estados gamberros son etiquetas tan simplistas como las maniqueas visiones de los buenos contra los malos; las relaciones internacionales son poliédricas: Europa Occidental, Rusia y Estados Unidos están amenazados por el terrorismo integrista islámico, y comparten alianzas e información sobre ese asunto, pero a otros niveles Airbus, Boeing y Tupolev son rivales a degüello defendidos por sus respectivos gobiernos. Como solía decir un conocido mío, parafraseando a Lord Palmerston; "amigos sí, pero la burra por lo que vale". Y si en la época victoriana abrían los sobres al vapor hoy se espían los ordenadores y los teléfonos. Aunque sean de los aliados. Será por eso mismo que Jonathan Jay Pollard fue condenado a cadena perpetua en Estados Unidos en 1987 acusado de espiar para Israel, al igual que otro ciudadano estadounidense, Ben-ami Kadish, culpable de lo mismo hace cinco años. Y cuesta imaginar una alianza más estrecha que la existente entre Washington e Israel.

Más preocupante es descubrir gracias a las filtraciones de Manning o Snowden y las páginas del "Guardian" como los servicios de inteligencia ignoran, igual que nosotros, los planes inmediatos de al-Quaeda, la verdadera identidad de los asesinos del presidente Kennedy, si existen los ovnis alienígenas o dónde se encuentra Elvis realmente. El grueso de las informaciones manejadas por los espías son cotilleos propios de redes sociales o sacados de ellas. Así pudimos saber gracias a Wikileaks la opinión del embajador estadounidense en París sobre el culo de Carla Bruni. Y es de suponer que 60 millones de conversaciones espiadas en un mes sólo en España serán en un 99'99 % banalidades, asuntos personales o noticias accesibles en cualquier periódico, incluidas las conversaciones de la Merkel o los malabarismos sexuales de la guineana Exuperancia.

Si los Estados Unidos espían a los líderes europeos quien también debería avergonzarse es el contraespionaje francés, alemán o español. ¿No debían proteger a los jefes de gobierno y sus ministros de las escuchas y las miradas a la Bruni puntuando su retaguardia de cero a diez? 

Podemos hacernos de nuevas, pero hace años ya que "Echelon" dejó de ser un secreto. El sistema rastreaba palabras clave en conversaciones telefónicas, correos electrónicos y mensajes de móviles, y con ellas se disparaba el control de esos mensajes. Interceptar las palabras "al-Qaeda" en una conversación de la Merkel no tiene la misma importancia que en boca de un mindundi; parece de sentido común. Sino te espían no eres nadie. Cuantas más líneas ocupas en el "Who's who?" de la NSA más puntos tienes para ser merecedor de la atención de Washington, donde la portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki no se ha sonrojado al sostener que  "Estados Unidos tiene la obligación de obtener información de lo que está pasando en el mundo, para defender a nuestros ciudadanos, a nuestros aliados y a nuestra patria". Podía haber citado a Hebreos, 4:13 "Y ninguna criatura se esconderá de su mirada, pues todas están desnudas y expuestas a los ojos ante los que todos debemos rendir cuentas". 

Incluso el presidente Obama nos pide confiar en su espionaje, porque ellos son los buenos, "In God they trust", ¿Y si ellos confían en Dios no vamos a confiar nosotros en ellos? ¿No son de algún modo ellos mismos los ojos de Dios?

El libro titulado "Americanism: The Fourth Great Western Religion" de David Gelernter sostiene la tesis del americanismo como cuarta gran religión occidental, y basándose en ella la creencia de muchos estadounidenses de pertenecer al pueblo elegido por Dios. El deber religioso de salvar al mundo del mal estaba muy presente en los discursos del presidente Bush, y el libro "Americanism..." insiste en el carácter religioso de los "padres fundadores" convencidos de su misión. Aunque el libro no profundiza en el carácter religioso de cualquier nacionalismo con sus paraísos perdidos, mártires, ritos, hierofanías, profetas y futuros edenes si lo hace en los rasgos mesiánicos de quien se considera llamado a redimir a la humanidad de sus demonios.

Tal ves por eso en todas las biblias de todas las mesillas de noche de todos los moteles de Estados Unidos se pueda leer el Salmo de David 139, 1:6 "Oh Señor, me has escrutado y me conoces. Sabes cuando me siento y cuando me levanto; adivinas mis pensamientos desde la distancia. Conoces mi camino y mi reposo, como también todos mis actos. Aún mi lengua no ha pronunciado la palabra y tú, señor, ya la escuchas en mi móvil...".

Y como dicen en Langley, si alguien se queja algo tendrá que ocultar. Razón de más para que los espías espíen.
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