La misma Barcelona que
no permitió rodar un capítulo de 'Isabel' ha abierto de par en par sus puertas -bueno, las del Museo Nacional de Arte Contemporáneo-y sus fuentes -la de Montjuich-a la 'boda del siglo', organizada por el propietario de Arcelor Mittal, una boda india llena de turbantes, caballos, oropeles, danzarines/as, músicas, medio millar de invitados y mucha horterez, las cosas como son.
Un encantado alcalde
Trías estaba también, lo mismo que
Artur Mas -que recientemente protagonizó la boda de su hija, también muy lucida--, invitado. Y señalando que el enlace tipo hindú va a dejar varios millones de euros a la ciudad, lo que justificaría haber abierto al enlace un Museo público y haber cambiado el horario de iluminación de la fuente de Montjuich, además de las molestias que esta 'boda de las mil y una noches' ha supuesto para automovilistas y viandantes.
Mal ejemplo el de este despilfarro, por mucho que lo pague el 'rey del acero', en una sociedad a la que se predica la austeridad y la moderación. Por supuesto, ha habido ya bastantes críticas a la permisividad municipal, entre ellas la del portavoz del grupo ICV-EUiA,
Ricard Gomá, que ha hablado de "lujo obsceno".