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La Guerra del Catorce

La Guerra del Catorce

martes 31 de diciembre de 2013, 14:09h

De 2014 me interesa sobre todo la efeméride del centenario de la Gran Guerra. Entonces, como ahora, las causas se camuflaban y escondían entre la hojarasca del enardecimiento popular.

Durante años nos enseñaron que la causa de la GM I fue el atentado contra el archiduque Francisco Fernando (un petimetre insoportable que entre sus pocas hazañas vitales está el haber matado más de 6.000 ciervos, a uno por día son 16'5 años) y su mujer perpetrado supuestamente por un menor, Gavrilo Princip, miembro de la Mano Negra.

El Archiduque y su mujer paseaban por Sarajevo en visita oficial. Su coche fue disparado a lo largo del trayecto en por lo menos 5 ocasiones distintas -qué raro que no suspendieran el paseo antes de volversepaseíllo- hasta que por fin alguien consiguió lanzar una bomba dentro del vehículo. El terrorista se tomó una pastilla de cianuro y se arrojó al río Miljacka. La bomba explotó fuera del vehículo.

Francisco y su mujer son llevados hacia el ayuntamiento, pero el chófer "se pierde" y acaba pasando por el café en el que, casualmente, está Gavrilo Princip que los ve, saca su pistola y les dispara sendos tiros. Por supuesto, es detenido cuando ya se ha tomado su cianuro que resulta "¿caducado?" e inefectivo. El muchacho es condenado y morirá tiempo después de tuberculosis.

Bonito cuento de Sissi.

Rodolfo de Habsburgo era el verdadero heredero al trono de Austria, pero le gustaban las jovencitas más que a un tonto una tiza. Pocos meses antes de su muerte comenzó una relación con María Vetsera, 18 años, que fue el escándalo de Europa. A los pocos meses se les encontró a ambos muertos y se decretó suicidio doble. La familia de Habsburgo-Lorena, católica, pidió dispensa al Papa León XIII para enterrar al heredero en sagrado. El Nuncio Vaticano fue encargado de la investigación y en su informe se lee que solamente se produjo un disparo, que el cuerpo de Rodolfo presentaba heridas inciso contusas, algo bastante insólito en un suicidio, y que la baronesa no mostraba heridas de bala y sí las marcas de una paliza (otro informe, realizado por los doctores Holler y Heiligenkreuz en 1945 corrobora la ausencia de huellas de bala en el cuerpo de Vetsera). Teniendo en cuenta que Rodolfo era fiestero, adúltero y liberal, tenía cabreada a media Europa y preocupada a la otra media.

En realidad, el atentado que planificaron Danilo Ili?, el coronel Dragutin Dimitrijevi? (a) «Apis» y el también coronel Vojislav Tankosi? fue contra el general Oskar Potiorek, una especie de Melitón Manzanasaustro húngaro que viajaba con la comitiva del archiduque. Si el tonto útil de Gavrilo hubiera sido realmente de la Mano Negra habría sabido que el archiduque fue descartado como víctima en la reunión que con todos los efectivos implicados en la acción tuvo lugar en Toulouse en enero 1914, seis meses antes.

Las causas de la GM I nada tienen que ver con el botarate de Francisco Fernando. Básicamente nos matamos (10 millones de muertos) porque había demasiados imperios y emperadores (imperio británico, imperio ruso, imperio alemán, imperio austro húngaro), una industria armamentística disparada con la segunda Revolución Industrial y un iluminado al frente de una maquinaria de guerra formidable: el emperadorGuillermo II, un megalómano hipernacionalista que solo ansiaba tener territorios imperiales en ultramar e implantar su Weltpolitik (política mundial) tras haber apartado del gobierno a Bismarck y su Real politik o política de lo realista.

Cien años después los imperios son económicos y los Gavrilo Príncip siguen siendo tontos útiles solo que ahora gobiernan países de segunda como el nuestro.

Que en 2007 hubo una crisis global lo sabemos todos. Que nos rasgamos las vestiduras -"Il faut refonder le capitalisme", "who the hell these guys (los banqueros) think they are"-, también. Pero tras la escandalera por los derivatives (subprimes, preferentes, otros) se ha escondido la conversión en mercados privados pan europeos la Sanidad, lasPensiones y los medicamentos.

Cien años después Europa no muestra trincheras ni diez millones de muertos. Hoy tenemos deudas, 20 millones de parados y leyes restrictivas que prohíben hasta la crítica. Los collares son distintos pero el perro no ha cambiado: los ciudadanos seguimos pagando impertérritos.

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