El ilustre preso, el hombre que más sabe de las supuestas
cuentas en B del Partido Popular y del supuesto cobro de sobresueldos por sus
dirigentes -muchos de los cuales están actualmente en el Gobierno-, llegó al madrileño hospital Gregorio
Marañón exactamente a las 00:25 horas del 31 de diciembre de 2014. Entró por la puerta
de Urgencias y fue recibido casi con honores por el jefe de hospital, justo el
que va detrás del gerente.
Según esos medios, llegó custodiado por casi una veintena de
guardias civiles, un espectacular despliegue que no suele darse con ningún
recluso de los muchos que habitualmente pasan por Urgencias de ese centro
hospitalario. El jefe del hospital (el segundo, después del gerente), que le recibió en la puerta como si se
tratara de una personalidad y no de un preso preventivo, le hizo pasar por el
cuarto de soporte vital para evitarle cualquier situación incómoda.
Esos medios insisten en que por la entrada del cuarto de soporte vital sólo pasan
pacientes realmente graves, mientras que el diagnóstico que acompañaba al
ilustre inquilino de Soto del Real era el de una simple urticaria. Según esos medios
hospitalarios, a cualquier paciente con ese diagnóstico (urticaria) sólo se le
administra Urbason "y listo", pero los médicos adjuntos recibieron orden taxativa
de atenderle ellos mismos. Se da la circunstancia que habitualmente son los médicos y no los adjuntos los que atienden este
cuarto de soporte vital. Además, la orden de la jefatura del hospital era, al parecer, no ahorrar pruebas ni atenciones para con
Bárcenas.
Tras las pruebas oportunas, una vez confirmado que no tenía
nada grave, los médicos le dejaron pasar la noche en la Unidad de Alta
Dependencia, donde, según las fuentes de
Diariocrítico, sólo hay pacientes graves,
y "todo por una urticaria".
Según esos medios, en todo este tiempo a Bárcenas le trasladaron por los pasillos del
hospital en silla de ruedas, pero él se tapaba la cabeza con una sábana para no
ser reconocido por el resto de pacientes y familiares de enfermos. Esas precauciones no sirvieron de
nada, porque a pesar de todo fue reconocido -el despliegue policial fue fenomenal-. Pero el caso es que las atenciones que se tuvieron
que él, que no suelen ser habituales en el resto de los enfermos, han producido
un hondo malestar entre trabajadores y pacientes de este hospital madrileño.
LEAN TAMBIÉN:
>>
Bárcenas, de la prisión al hospital