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Los amos de la crisis

Los amos de la crisis

sábado 04 de enero de 2014, 20:01h
Desde principios del siglo XX ha habido once crisis económicas. Y en el siglo XIX ni se sabe. Destaca la crisis del ferrocarril de 1845, que significó una gran revolución en el transporte, y como siempre, la aparición de estafadores, especuladores y avariciosos inversores echó por tierra las ilusiones nacientes. No podemos olvidar que la economía en que vivimos se basa en la obtención del beneficio. Cuanto más grande, rápido y fácil, mejor. Y no han de importar los cadáveres o desechos que se dejen en el camino. Esta realidad la entendieron los economistas historicistas alemanes, enfrentándose a los iluminados del mercado libre. Crearon regulaciones fuertes para el capital y obligaciones de bienestar para los obreros. Por eso,  aunque el Estado del Bienestar se desarrolló en el siglo XX, nació a finales del XIX en Alemania, bajo el gobierno de Bismarck. La crueldad del mercado sin control generó un humanismo con raíces en el racionalismo del siglo XVIII, en el socialismo utópico y en los primeros escritos del marxismo.

    De esas once crisis la peor fue la del 29, con elementos parecidos a la que ahora estamos viviendo. Un jueves negro la bolsa de Nueva York se hundió generando un pánico terrible. Los valores, hinchados como globos gigantescos, asumieron su realidad y estallaron arruinando bancos y familias, sumiendo al mundo en una hambruna y una depresión oscura, de la que además de una gran literatura, como las novelas de John Updike, salió una gran guerra. El New Deal fue la vitamina para el mundo herido. A través de las doctrinas de Keynes se entendió que debería haber unos estados fuertes para conseguir que la economía no se pudiera desbocar. Y muchos fueron los organismos y la planificación económica que surgieron en este sentido. Tampoco hay que olvidar el pánico físico del capitalismo al comunismo. No había mejor manera de desacreditarlo que creando un muro de contención con el estado del Bienestar.

    En todo caso, en esas dos terribles crisis, ocurrió lo que tan bien describe Galbraith en su 'Breve historia de la euforia financiera'. Que la especulación libre, gobernada por la avaricia, imperial, solo puede llevar al mundo a la ruina. Otras crisis posteriores fueron también obra de los duros especuladores. Y ya en este siglo, con la crisis de las Punto.com en 2001, producida por otra burbuja especulativa, se estaba avisando de la crisis inmobiliaria y financiera de 2008, que es la que nos ahoga. Ahora se dice que estamos saliendo, porque se acaba la recesión. Habrá que ver. Pero malo sería que no aprendiéramos la lección y que sigan con el mismo poder los que nos metieron en ella. Los iluminados del mercado. Los que quieren un estado raquítico manejable, políticos mediocres, libertad de usura. Los que creen que valor y precio es siempre lo mismo.
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