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ETA no se apaga

ETA no se apaga

lunes 13 de enero de 2014, 10:14h

Estamos tan acostumbrados a verlo en películas, que ya no extraña presumir, que alguna mano negra todopoderosa, mueve los hilos de la actualidad en cada país o en cada circunstancia, para que se resuelvan los problemas o se agraven, según convenga. En el caso de España, estamos viviendo en los últimos meses un verdadero aluvión de noticias contradictorias con un protagonista tan indeseado como lúgubre y malicioso; el terrorismo.

Desde la derogación de la doctrina Parot. (La "doctrina Parot" es el nombre habitual con el que se conoce la jurisprudencia establecida a partir de la sentencia del Tribunal Supremo de 28 de febrero de 2006, una resolución al recurso presentado por el miembro de la organización terrorista ETA, Henri Parot) y la consiguiente excarcelación de presos etarras a la última puesta en escena, el pasado sábado, de los que viven del terror y comulgan con él, acompañados de comparsas y palmeros que les hacen la ola, todo es un macabro recorrido por el llamado escenario de la paz, para justamente hacer lo contrario; la guerra.

Qué la filosofía del PNV está más cerca del fanatismo etarra que de la lógica que viven otros partidos políticos ya no llama la atención de nadie, como no llama la atención que muchos de sus dirigentes hayan aparecido día si día también como voceros de los abertzales y, en ocasiones hayan ido mucho más allá de lo que se presume en un partido democrático. La ambigüedad del Partido Nacionalista Vasco es tanta, que la opinión pública se pregunta, si no tendrá ocultos intereses en que nunca se acabe con la banda de asesinos de ETA. Algo así, como lo que pasaba muchos años atrás, en Italia, con la Mafia y los gobiernos de turno.

Cabe preguntarse que papel jugarían unos y otros, abertzales y nacionalistas, en un escenario de paz, donde las únicas armas posibles fueran la palabra y el juego democrático, con el respeto total y absoluto a las Instituciones que amparan la Constitución. Probablemente fuera tan mínimo el compromiso con la paz y tan débiles los argumentos a esgrimir, que pasaran relegados a un segundo plano de cualquier actualidad y dejaran de tener protagonismo. Es precisamente por ese protagonismo, por lo que un supuesto partido que repudia la violencia se junta con los violentos, un partido que propugna la paz, y se llena de ella en sus proclamas, se pone del lado de los que matan, probablemente para que ETA no desaparezca del todo y con ella, lo que representa para muchos, vivir del cuento en la política, mientras otros les hacen el trabajo sucio.

La manifestación del pasado sábado en Bilbao tenía un objetivo claro; seguir dando apoyo a una banda de asesinos, para que el protagonismo de unos y otros no se acabe nunca, mientras las víctimas se sienten cada vez menos amparadas y protegidas, quizás porque esa mano negra que mueve los hilos de las intrigas de Estado que vemos en las películas, sigue teniendo interés en que ETA no se apague.

Ismael Álvarez de Toledo

Periodista y escritor

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