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Kafka enamorado

Kafka enamorado

viernes 31 de enero de 2014, 18:10h

Vuelve a triunfar, en su reposición, en la sala de la Princesa del madrileño Teatro María Guerrero Kafka enamorado, una obra espléndida de Luis Araújo que se representa hasta el 2 de marzo. La obra reconstruye la difícil relación amorosa entre Kafka y Felice Bauer, una mujer económicamente independiente, que trabajó en una empresa berlinesa de dictáfonos. Hay que ser muy gran autor - o muy ignorante - para atreverse con un tema que, de entrada, se presenta como inabordable. Aunque limitemos el tema del amor a las relaciones entre Kafka y Felice Bauer, dejando de lado otros amores de los dos sujetos, ¿cómo se puede contar la historia de unos amores vividos por esta pareja entre 1912 y 1917, o sea, vividos a lo largo de casi dos mil días y, por tanto, con muchos momentos de felicidad, de tristeza y de frustración, como es, por lo general, la vida amorosa para todas las personas? Pero el arte, como sabemos ya desde la Poética de Aristóteles publicada, con magnífica traducción de la pamplonesa Alicia Villar Lecumberri, por Alianza Editorial, no se ocupa de contar la verdad de los hechos sino de componer una obra que nos resulte verosímil. Para levantar esta obra, Luis Araújo se basa, sobre todo, en los cientos de cartas que Kafka le envió a Felice Bauer y que ya han publicado varias editoriales y que con el título de Cartas a Felice Bauer ahora acaba de publicar también, Nordica. Habría sido del mayor interés conocer las cartas que Felice Bauer le escribió a Kafka. Pero parece que la lectura de esas cartas de Felice Bauer dirigidas a Kafka tendremos que aplazarla para nuestra próxima reencarnación, lo mismo que las cartas que Benito Pérez Galdós le escribió a Emilia Pardo Bazán y que el ángel exterminador retiró de la circulación quizá para siempre.
 

Kafka y Felice Bauer se conocieron en casa de Max Brod, quien dio a conocer al mundo la obra de Kafka. Kafka y Felice Bauer se enamoraron, se comprometieron en matrimonio, rompieron, se volvieron a comprometer y volvieron a romper, y así hasta tres veces. Ella trabajaba en Berlín, él vivía en Praga. Él trabajaba en un nada petrarquista Instituto de Seguros Contra Accidentes Laborales. Además, se sentía atado por vínculos familiares que no le resultaba fácil romper. A la vez, iba a casarse, y un hombre como él, dotado por la naturaleza con mucha imaginación, ¿cómo no iba a sentir terror por el matrimonio que, a nada que uno se descuide, te puede traer uno, dos, tres, seis, nueve hijos? Supongamos que la pareja controla bastante y solo tiene tres hijos: ¿cómo se puede escribir una obra digna de tal nombre entregado al amor de una mujer y al amor por tres hijos? Se comprende bien que, al final, Kafka y Felice Bauer rompieran definitivamente y que él, sin cargas familiares, se dedicara solo a escribir, que era lo que él sentía como auténticamente suyo. Como cualquier autor digno de este nombre, como el mismo Luis Araújo, Kafka era perfeccionista y por eso, al borde ya de la muerte, le encargó a su albacea Max Brod que destruyera las obras que dejaba inéditas. Max Brod no obedeció a su amigo Kafka y publicó su obra. ¿Quería destruir Kafka su obra solo por perfeccionismo o quizá, alertado por su portentosa imaginación, vio el éxito futuro de sus libros que iban a dar bastante dinero a editores, distribuidores, libreros, autores teatrales, cineastas de medio mundo sin que a él le llegaran a su tumba las correspondientes liquidaciones de sus derechos de autor que quizá iban a cobrar familiares suyos no especialmente queridos? De Kafka se puede esperar cualquier pensamiento sabio.
 

También sabiduría artística en altas dosis despacha el director de Kafka enamorado, José Pascual. Y siguiendo el reparto, por orden alfabético, como les gustaba a los fenicios, los inventores del alfabeto, Beatriz Argüello arrebata al público en sus dos papeles de Felice Bauer y de su amiga Grete, con quien Kafka, como buen picaflor checo que se precie, también ligó. Jesús Noguero es realmente Kafka. Tiene derecho a firmar autógrafos como autor de La metamorfosis, una obra, por cierto, inspirada en El asno de oro de Apuleyo. El magnífico actor Chema Ruiz es en la obra Max Brod / Sastre / Uniforme / Botones. ¡Qué cerebro debe tener Chema Ruiz haciendo tantos papeles sin confundirse de personaje!
 

Hay que lamentar que no haya aquí espacio para mencionar los nombres de los excelentes equipo artístico y equipo técnico. A estos trabajadores les pasa lo mismo que a los monaguillos - esos grandes genios de la campanilla que tan maravillosa música derrocha en las misas - cuyos nombres son silenciados mientras ningún cronista, al dar cuenta de una misa, pasa en silencio los nombres y apellidos de obispos y arzobispos.

 

Sexo,religión y fútbol para hacer reir al lector en los 'Cuentos reunidos', publicados por Pigmalión, de nuestro colaborador Ramón Irigoyen

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