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El toro

El toro

martes 25 de febrero de 2014, 19:04h

En aquellos tiempos en que arrojado del Paraíso perdió el hombre su amistad con el Creador, y los animales y la fuerza bruta se tornaron sus enemigos, en aquellos tiempos es cuando apareció por primera vez el toro. El toro nace salvaje, como contraposición al hombre, que nace dócil. De cualquier modo, el toro surge como oposición, como fuerza irracional, y como primer sentimiento de belleza. En las Cuevas de Altamira y de Albacete, las pinturas que se conservan no son solamente un anhelo de dejar grabado y de inmortalizar el recuerdo del toro, sino una primera manifestación, conmovedora y latente del sentido de la belleza del animal. En estas cuevas del suelo ibérico, la belleza venció el terror de la muerte, como la venció en Egipto y en Grecia. Y la muerte se hizo poesía.

Muchos afirman que fueron los cretenses quienes introdujeron en España la tauromaquia, pero lo cierto es que el toro tiene alma ibérica y, hasta la península muestra su contorno y forma una piel extendida como homenaje.

El toro fue idealizado por los iberos, hasta el punto de aparecer en numerosos vestigios y utensilios de uso cotidiano, aunque su máxima expresión la alcanzan el inolvidable día en que los íberos dieron muerte a su padre de Aníbal; Amílcar Barca, en el asedio de Sagunto, después de acosarlo con una manada de toros armados con teas encendidas en los cuernos, costumbre que en la comarca saguntina aún sigue imperando a través de los festejos del toro embolado.

Sea como fuere, el toro ha sido desde antiguo una seña de identidad de lo español, el toro en su conjunto, sometido a vaivenes políticos, a imagen de marca y denostado por los antiespañolistas, sigue siendo nuestra muestra de identidad exterior, por lo que no puedo entender que se menoscabe esa parte de la historia y se atente tan gratuitamente contra la figura milenaria que tanta gloria a dado a nuestro país.

Hoy el toro es utilizado como arma arrojadiza entre pijos y cutres, entre derechas e izquierdas, entre nacionalistas y españolistas, como si del cornúpeta dependiera el equilibrio entre masas o el entendimiento político. Todo ello, con el manido y casposo argumento del maltrato animal, como si el sacrificio del resto de animales para consumo humano fuera baladí y de menor entidad, por no hablar de la caza de las ballenas o la extinción de otras especies animales, por no ser imagen ni bandera de nada. Me parece demencial que en el exterior se valore más lo nuestro; como los toros, y dudo mucho que los extranjeros entiendan la manía que tenemos los españoles para estar siempre a la gresca con nuestros símbolos, como ocurrió hace pocas fechas en el Congreso Mundial de Telefonía Móvil de Barcelona, cuando una conocida marca de telefonía móvil surcoreana, utilizó para su imagen a un toro engañado por la muleta de un torero y, que ante la presión separatista se vieron obligados a retirarla, sin entender muy bien, que lo que estaba llamado a ser un éxito publicitario, tuviera tan mala prensa, por el único motivo de representar algo español en territorio hostil.

La culpa ciertamente, la tienen los organizadores de este tipo de eventos comerciales, pues la figura del toro hubiera sido muy apreciada en toda España, menos en la parte hostil donde tienen por imagen el caganet.

Ismael Álvarez de Toledo

Escritor y periodista

http://www.ismaelalvarezdetoledo.com

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