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Uno, de elecciones; el otro, de primarias... y todos a verlas venir

Uno, de elecciones; el otro, de primarias... y todos a verlas venir

martes 25 de febrero de 2014, 20:36h
'¿Qué, quién ha ganado?'. Como siempre, las encuestas periodísticas a posteriori se enseñoreaban en los pasillos del Congreso. '¿Rajoy o Rubalcaba?', preguntaban también online a sus lectores los diarios digitales. Es lo típico después de un debate como éste sobre el estado de la Nación, y es típico también que unos digan 'Rubalcaba' y otros digan 'Rajoy'. Pero, me pregunto, ¿cómo pueden medirlo, en base a qué baremo? Porque las cosas que se han dicho son de verdulería de mercado de abastos que tapaban a los grandes argumentos, en el caso de que los hubiera habido.

A mi entender, sólo ha habido una realidad en este duelo anual entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición: el primero, ha entrado en campaña electoral; el segundo, estaba en su escenario de elecciones primarias a nivel interno. El primero, pues, miraba a Europa para que sus votantes no caigan demasiado el 25 de mayo, y hablaba -o quería hablar- de economías, de esas tres décimas que estamos creciendo o de esas rebajas fiscales que va a imponer a las empresas para que contraten a parados de forma fija o a esa reforma fiscal que perpetra para 2015, año electoral donde los haya.

Por el contrario, Rubalcaba miraba a su electorado externo -especialmente, las mujeres, con el derecho a decidir sobre el aborto y su maternidad-, pero especialmente a su electorado interno: ¿estaba ya de primarias, más allá que de campaña electoral para las europeas? Así se entendería que en su réplica Rubalcaba se creciera como lo hizo, que llamara embustero (sic) al presidente del Gobierno, que le preguntara '¿de qué se ríe?' -como hizo Pilar Manjón, a finales de 2004, en la comisión de investigación parlamentaria sobre la masacre de Madrid del 11-M-, o bien '¿de qué presume?', cuando todo el mundo sabe que hoy, dos años después del gobierno de derechas, en España hay casi un millón de parados más.

Es, por tanto, difícil decir quién ha ganado o quién ha perdido en esto que se parece más un examen final de los de por libre en el Instituto Ramírez de Maeztu a finales de los 60. Sí se puede decir una cosa: que nuestros políticos padecen de estrabismo y miran cosas distintas con ojos distintos. Mientras, el paciente ciudadano de la calle, que cada vez se impacienta más, puede que hasta se indigne de cómo en el supuesto templo de la palabra funciona mucho mejor la superchería, la palabrería, el 'y tú más' que el debate sincero, real y constructivo que debería primar para sacar a este país adelante.

Así que yo no sé quién ha ganado, pero sé por boca de Rubalcaba que la dicotomía, o más bien nuestro secular maniqueísmo,  sigue vivo y que Rajoy es más de derechas que el capitán Trueno, y sé por boca de Rajoy que él "no puedo competir con usted [Rubalcaba] porque yo no sé mentir como usted". No sé quién ha ganado, pero sé quién ha perdido. ¿Lo adivinan? Premio: familias, estudiantes, parados, pensionistas, enfermitos... esa clase social -es decir, la inmensa mayoría del pueblo español, incluido yo mismo- a la que Rajoy despreciaba en 1983, en ese artículo que escribió en El Faro de Vigo y que con tan malas artes le sacó Rubalcaba en pleno debate: "Los hijos de la buena estirpe ya se sabe que tienen mejores resultados....". ¿Y por qué me acordaría yo de esa canción de Cecilia que decía "dama, dama, de alta cuna y de baja cama"?

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