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Año Greco

Año Greco

jueves 27 de febrero de 2014, 08:50h

Con la inauguración de la exposición del Centro Cultural San Marcos "ToledoContemporánea", comienza la primera de las muchas muestras vinculadas a la conmemoración del cuarto centenario del fallecimiento del Greco, una figura icónica del imaginario colectivo de la cultura occidental.

A lo largo de todo este año, podremos disfrutar de exposiciones, publicaciones, artículos de prensa, conferencias, reportajes y otras muchas actividades en lo que es sin duda una oportunidad extraordinaria para acercarse a la figura del pintor cretense.

Sin embargo, cuando nos referimos a personajes como El Greco, los actos organizados son mucho más que un simple acontecimiento cultural. El ser humano tiende de manera inexorable a la celebración y a indagar en el recuerdo; a las construcciones míticas que erróneamente creemos abandonadas en esta sociedad tan dependiente de la tecnología. Desde la prehistoria hemos establecido rituales y celebrado a nuestros héroes y aún hoy tenemos marcadas en el calendario festividades de origen remoto o destinadas a recordarnos algo que consideramos importante no olvidar. Cesare Pavese, al hablarnos de las colinas, de la playa o de la luna y las hogueras nos explicó que somos seres míticos, lo que hace que necesitemos de la recreación para conformar nuestra propia identidad.

El universo mítico personal que todos tenemos se basa en nuestro recuerdos y gustos más íntimos: el horizonte que se extendía desde la ventana de la habitación en la que dormíamos de niños, el libro que nos condujo a un instante de lucidez con una frase genial que hicimos nuestra, o la mano de nuestra hija entre los dedos al pasear por el parque. Cumpleaños, aniversarios e incluso las visitas al estadio de nuestro equipo de fútbol preferido no son más que las celebraciones de nuestra identidad individual. Pero como seres sociales que somos, la forma en la que nos reconocemos necesita también del exterior y es aquí donde figuras como el Greco cumplen una misión que trasciende de su propio significado objetivo.

Domenikos Theotokopoulos es uno de esos artistas, como Goya o Velázquez, de los que uno aprende aspectos relacionados con su vida y su obra casi sin darse cuenta, simplemente por estar en el mundo; especialmente si se vive en Toledo, la ciudad con la que más se le identifica. La singularidad de su obra, la atracción que producen la verdad y la leyenda sobre su rechazo en El Escorial y la fortuna de que en el siglo XIX se revalorizara su técnica nos han conducido a crecer con la "consciencia" del Greco.

En esto hay mucho del insondable capricho de la historia y de la evolución imprevisible de los valores estéticos de cada época; pero es una realidad que hoy una persona no especializada en arte identifica con mayor facilidad una obra de El Greco que una de Navarrete "El Mudo" o Federico Zuccaro, aun habiendo triunfado en vida estos dos últimos artistas en la conquista del gusto de Felipe II y siendo también importantes para la historia del arte

Sea como fuere, ese pintor enigmático de pincel trémulo, cuyas representaciones flamean con la magia de la reverberación de las lágrimas de San Pedro, es uno de los referentes culturales de nuestra sociedad. Por eso es importante la conmemoración de su obra. Y en ella, de algún modo, hay algo de nosotros mismos.

Javier Rodríguez Alcayna

Escritor

http://javierrodriguezalcayna.wordpress.com

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