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'Lágrimas de cocodrilo': Venecia, por qué no

'Lágrimas de cocodrilo': Venecia, por qué no

viernes 25 de abril de 2014, 20:20h
Yo no fui de niña a Venecia. Fui de mayor, pero he reincidido un montón de veces. Y siempre me ha sorprendido la novedad de su melancolía....
Pero si ya lo sabías, me dije la primera vez que me sentí con esa especie irrepetible de estado de ánimo, pasando (si, pasando, no paseando) por San Marcos, a la caída de la tarde, invierno pero suave, unos hombrones colocando las tablas que permitirían no calarse mañana, con el aqua alta, en fin. En el Florian, la orquestina tocando la Marcha Radetzky, así que a lo mejor junto dos recuerdos distintos, por el horario, digo. O a lo mejor son el mismo que sucede idéntico en dos momentos -separados igual por dos años, tres, uno- pero el mismo lugar y la misma música. Una indecible melancolía, que no es tristeza, qué va, si es alegre, pero que te asfixia. Pero que si es tristeza, porque te despides de las piedras de Venecia, de las de Ruskin, claro, que ahí siguen después de John Ruskin. Y te despides un poco de ti misma, de la que ahora está viviendo este momento de indecible belleza masoquista.
 
Si hubiera ido de niña, (y si vuelvo ahora, de mayor, lo haré) me hubiera encantado llevarme Amaranta en Venecia, un libro de poemas para niños de Javier Izcue Argandoña, ilustrado por Dinah Salama y premiado con el granadino premio El Príncipe preguntón. Mira que a mí no me suele gustar la rotulada "poesía para niños", y con las ilustraciones soy muy mía: pero es que aquí, los dibujos tienen una cierta perversidad -y los poemas!- nada ingenuista, un poco balthusiana, un poco Pat Andrea, o sea, como son -como éramos- los niños. Quitar esa ferocidad ha sido la fuente de nuestras neurosis. No quitarla, hay que decirlo, que muchos no la han quitado ni reprimido, la de nuestras desgracias, pero ese es otro tema. Dibujos feroces y dulces, como son los niños, como somos los mayores. Y los poemas, en la estela de la inolvidable Gloria Fuertes, que sabía atar los bigotes de los tigres, también respetan a los niños. A su inteligencia. Nada, que cuando vuelva a Venecia me lo llevo.
 
Es que juega muy bien con la astenia primaveral. Releo a Eliot, que también juega a enseñarnos una modernidad fracasada. Si, fracasada.  Y él lo sabía. Pero a lo nuestro: hay otra ilustradora que no se corta ante niños ni ante adultos. Es Mo Gutiérrez Serna, de la que he hablado alguna vez en esta columna: su libro en tándem con Jesús Marchamalo, Palabras, acaba de recibir el Premio del Banco del Libro de Venezuela a Los Mejores libros para niños y jóvenes 2014. Creo que también me lo voy a llevar a Venecia, si voy. Como me llevaré Poéticas de lo corpóreo, un libro en que juegan seis poetas y seis fotógrafos, coordinado por la poeta Dori Campos, con portada y maqueta de Maria José Pereda de Castro, que se presenta el día 9 -de mayo- en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Fiesta cántabra que no pienso perder, por si me falla lo de Venecia, que una nunca sabe. Y en el Círculo, también, se presentará el nuevo discolibro de mi amigo Amancio Prada: Federico García Lorca: Poeta en Galicia,  editado por Vaso Roto. Con los Seis Poemas Gallegos, quizá lo menos conocido de Lorca, y su Salutación Elegíaca a Rosalía de Castro. El ilustrador es, esta vez, un varón: el poeta Juan Carlos Mestre, estupendo pintor y dibujante, que muchas veces el teclado y el pincel van juntos. Y no puedo dejar de mencionar, de allá lejos, de México, una historia curiosa que espero llegar a tener en la mano: Las amorosas más bravas, una crónica con fotos de la Casa Xochiquetxzal, donde vive un grupo de antiguas prostitutas, con una, con muchas historias que contar.... y la cuentan Benedicte Desrus y Celia Gómez Ramos. Se presenta el martes en la Biblioteca de México, José Vasconcelos. Como los .com somos extraterritoriales, que se enteren mis amigos mexicanos!
 
Bueno, no se me quejen. No les he contado nada del Día del Libro, ni de Elena Poniatowska, de su discurso y su traje fulgurante, ni nada de que murió García Márquez, ni nada de que estaba yo con ellos (entre otros) cuando la maravillosa y célebre foto de Don Gabriel y Chavela Vargas, ni nada. A ver si me sale lo de Venecia, y me llevo también Los funerales de la mamá grande y El tren pasa primero, que a los escritores se les llora y se les celebra leyendo. 

 

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