Los ciudadanos sufren las consecuencias de la mala situación económica. Escépticos ante una recuperación que todavía no ha llegado a sus hogares y cabreados con una clase política a la que observan con una mezcla de desengaño y envidia, los españoles acudirán a las urnas el próximo día 25 (o dejarán de hacerlo) sin demasiados motivos para la celebración.
Mariano Rajoy llega a la cita como el presidente peor valorado de la democracia. Según el barómetro del CIS de enero, los ciudadanos le dan al jefe del Ejecutivo una nota de 2,22, frente al 4,79 con el que desembarcó en La Moncloa y también por debajo del mediocre 3,06 con el que
José Luis Rodríguez Zapatero abandonó el poder. Pero el líder de la oposición,
Alfredo Pérez Rubalcaba, tampoco puede alegrarse mucho: a él le ponen un 3,00 raspado. Algo mejor les va a los emergentes
Cayo Lara (3,72) y
Rosa Díez (4,15), aunque tampoco ellos alcanzan el aprobado.
En este contexto, es de esperar que la participación sea baja, seguramente inferior al 50% como ya ocurrió en las elecciones europeas de 2004 y 2009, e incluso podría rondar el 40% según las previsiones más negativas. También sería comprensible que los votos en blanco y nulos se hicieran notar, como una forma de mostrar el descontento generalizado. En las últimas europeas llegaron al 2%.
Sin embargo, lo más interesante será comprobar hasta dónde llega el esperado voto de castigo al bipartidismo. Se trata de comprobar a quién consideran culpable de la crisis: ¿al PSOE, por la herencia recibida, al PP, que ya lleva dos años y medio en el poder, o a ambos por igual? De la respuesta dependerá el resultado.
** José Luis Sanchís es asesor en campañas electorales y presidente de honor de Torres y Carrera. Luis Tejero es periodista y consultor político.
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Especial: '
España, un país en elecciones'
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