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'Lágrimas de cocodrilo': La función del humor

'Lágrimas de cocodrilo': La función del humor

lunes 19 de mayo de 2014, 18:58h
Lo que nos está tocando, así, en general -este cambio de milenio, casi más que de siglo, que era una medida temporal como más asequible- me resulta bastante difícil de comprender: a ver, de sintetizar, de poner límites, de analizar. Aparte el placer de leer -que permanece intacto, felizmente- se trata de leer los síntomas.... El humor, curiosamente, vuelve a la programación editorial. 
No, no cantemos victoria. En una novela que estoy leyendo, pero de la que hablaré la semana que viene (chachán!) se dice que el XXI, hasta ahora, es el gran momento del humor. Y debo decir que, por ejemplo, la Editorial Anagrama lanza para esta Feria del Libro una colección de bolsillo, La conjura de la risa,  que encabeza, como su nombre indica, la inolvidable La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, para placer de los que ni vivían entonces, y títulos desternillantes de Tom Sharpe o de Groucho Marx. En mi mesa tengo Noticia bomba, de Evelyn Waugh, que no había leído, como tantos de ustedes, digo yo, y  la divertidísima Patty Diphusa, la novela de Pedro Almodóvar, y su personaje, suelta por los ochenta....Ay, como me acuerdo de la presentación del libro entonces, tan bailada y tan reída, en aquel bar tan genial de Alaska, el Rockola creo recordar.  Jo, ya podíais hacer algo parecido esta vez, digo yo!
 
A mí me encanta reírme, y reírme con los libros. No es que me guste, es que necesito un poco de humor: con toda la acidez que nos haga falta. Por ejemplo, puedo llegar a esos libros de género , a ver, tengamos la fiesta en paz, que no está el horno para bollos: me refiero a esos en los que mujeres ironizan acerca de nosotras mismas, y particularmente, en torno a la "primera madurez de las mujeres", es decir, a la crisis de los cuarenta y la supuesta de los treinta (que ni tanto, la verdad,  me da la impresión ahora, aunque las edades y las crisis también se viven de una en una, y a cada edad sus problemas, y las mujeres somos seres metamórficos y, ay, calla, que iba yo a hacer un chiste sobre nuestra inferioridad intelectual, pero que no, que, jajaja, me lo quedo si puedo conseguirlo, así, en privado, vamos, en solitario, jajaja): Por ejemplo, El amor se me hace bola, de Bárbara Alpuente (Planeta) y En ocasiones veo frikis, de Sara Escudero (Oberon). Las dos hacen, muy desde dentro de su generación, un retrato de las relaciones chico-chica digamos que entre los treinta y los cincuenta. Y más cosas. Y claro, lo del matrimonio, de aquella manera; lo del príncipe, ni azul ni nada, y lo de los relojes biológicos y las demandas de la especie, las presiones etc, pues como se están viviendo. Muchísimos menos lobos, caperucita. Con un cambio definitivo en la concepción de lo que es mismamente la soledad y la soltería. Y es curioso: la autoironía de Alpuente llega incluso al propio libro, a su producción para entendernos, además de alcanzar momentos hilarantes. El de Sara Escudero, que es profesional del monólogo cómico, y muy divertida, aunque lingüísticamente es más atrevido, a lo mejor, al final, políticamente resulta más moderado.... es difícil decirlo, la verdad, y las comparaciones siempre han sido odiosas.
 
¿Y cuál es la función del humor, justo ahora, con la que está cayendo? Yo creo que el humor conforta. Que la crítica,  sin la que no se entendería, crea una suerte de identificación contra los malos, y la risa los exorciza, y los pone en su debido nivel. El del ridículo. El chiste oral, espontáneo o contagiado, tuvo un enorme papel consolador (cuidadín, que os veo) en épocas muy duras. Ahora está en las redes sociales. Y en los libros, felizmente. Como siempre, diréis desde Pantagruel y el Quijote. Si, como siempre. Pero ahora más que muchas veces. Tienen que evitar que nos convirtamos en una sociedad triste, ya que nos estamos volviendo una sociedad pobre. Es decir: tenemos. Una conjura de la risa, ésa es la que tenemos que montar. Entre otras.
 
P.S.: Que quiero saludar dos libros: uno lo estoy leyendo como una novela, y hablaré de él: el de Fernando Huici, y digo que como una novela, y sé lo difícil que es eso, porque es una conversación con el pintor Antonio Pitxot, Sobre Dalí, recién publicado por Planeta. El otro, el de mi admirada Nativel Preciado, Canta sólo para mí, que acaba de ganar el Premio Fernando Lara de Novela, y que, claro, todavía no ha salido, pero que ya tengo en mi agenda. Y a la que felicito con entusiasmo. 
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