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Verano

Verano

sábado 14 de junio de 2014, 22:12h
Verano esperado que al fin te acercas, el cielo azul con sus velos de algodón, el mar más lento, saludan tu llegada con sus luces. Todo sigue igual pero el tiempo tiene otro camino, quizá otro paso más lento. Las ramas de los árboles son segunderos que el viento recorre. Las terrazas se quitan las cortinas del invierno. Los templos refrescan del sol agobiante y espera la primera visita a la heladería para refrescar la sombra. Las piscinas se quitan el cuero áspero y el musgo, respiran con el pulso de la sabia de los árboles renacidos.

Bien venido verano a un país acostumbrado a las esquinas del invierno. Acostumbrado a ver la niebla o la lluvia inapelable mojándolo todo, mientras parece que también se moja un mundo antiguo que no merece este final. Décadas de veranos con otra luz de convivencia, derechos nacientes de país desarrollado, el mundo en el que nacieron las generaciones que han sido robadas por el capitalismo anónimo que no reconoce el bienestar social. Las esquinas del invierno siguen recogiendo aspiraciones sin respuesta.

Verano azul, como el del viejo televisor y el barco anclado entre las cañas. Las canciones de un deseo de libertad. El joven amor abriéndose paso por el aire pegajoso de las playas multitudinarias. La pandilla como recuerdo del primer abrazo. La verdadera solidaridad que nace en la calle en el enfrentamiento con los guerreros del barrio vecino. Verano azul en la siesta sonando como un piano que llevas dentro del cuerpo.

Venimos de una travesía dura. El sudor espera la sombra. Los políticos del gobierno hablan de aciertos pero solo tienen palabras que ofrecer en su vacío. Están presos de un gobierno mayor que lleva las cuentas y mueve la sierra de podar, las tijeras de hielo que apagan el fuego. El verano, con su parsimoniosa respiración, huele a olvido. Cerrar los ojos hasta que el frescor de la tarde encienda el deseo de respirar a gusto.

Las instituciones, prendidas en su musgo, dentro de muros sin ojos, tienen que abrir las puertas y las ventanas. Deben limpiarse de tantos años de monotonía, de alejamiento del idealismo pragmático, de encierro en la torre de marfil y oro. Todo puede tener otra luz y otro destino. Dentro del aire del verano hay otra vida. Hasta en la siesta el cuerpo, caído, tendido, se siente en un sosiego natural que viene de un tiempo o un hogar lejano. 

En las tierras llanas el verano viene sin avisar. Ha despedido al cartero y se sube encima de la primavera como un intruso. Ya podemos quitarnos el sayo y oler a junio o a julio. Guardar las ropas pesadas. Otro verano al fin. La rueca del mundo teje sus hechos en un mantel invisible. Allí mira Dios la historia. Y no tiene principio ni fin. Ha sucedido en un instante. Quizá.                
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