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Antonio Bonet, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando: 'Si no existiese el arte, dejaríamos de ser profundamente humanos'

Antonio Bonet, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando: "Si no existiese el arte, dejaríamos de ser profundamente humanos"

-"Hay una confusión bastante grande en torno a las Bellas Artes, y no solo en España, sino en el mundo entero"
-"La cultura   necesita reaccionar  frente a algo para   revitalizarse..."
-"La inmensa mayoría del grafiti  que hay  en estos momentos en Madrid no es arte"

lunes 07 de julio de 2014, 16:42h
José-Miguel Vila 
Catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, vicerrector, conferenciante, crítico, erudito, investigador, comisario de  grandísimas exposiciones y  académico, Antonio Bonet  Correa (La Coruña, 1925)    es, sobre  todo,   un  eminente  historiador del arte. Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF), fundada  en 1752, Lleva vinculado a esta institución desde que en 1986 fuera elegido para ocupar el puesto de académico que dejó vacante Enrique Lafuente.  Es director  de la  RABASF  desde 2008 y, por tanto, máximo responsable de una institución  compuesta por  cincuenta y seis académicos de número,  todos ellos  personalidades de  extraordinario prestigio en los campos de la arquitectura, pintura, escultura, música, cine, arte gráfico, fotografía, diseño e historia y teoría del arte.
Bonet   no ha estado  ajeno a la actividad política, sobre  todo, en las postrimerías  del régimen de  Franco  y en los primeros años de la democracia. Estuvo ligado a la Junta  Democrática , pasó  por la cárcel de Carabanchel , y hasta  hizo política en su época universitaria, "porque  era lo que tocaba hacer "-según  nos  confiesa-  pero  nunca por  vocación, ni con ánimo de hacer carrera porque, de otra forma, la habría seguido.
Con Antonio Bonet  hablamos   de las clásicas  Bellas Artes,  pero también  de las nuevas  y no tan nuevas (fotografía, cine,  grafiti, toreo, danza ...) para  conocer como contempla  un académico  el panorama cultural  que  hoy se vive  en España.

J.M.V.-: ¿La libertad  es una premisa  imprescindible para el desarrollo   y florecimiento  de la cultura en una sociedad, o no necesariamente?
A.B.-: Es una buena forma de  comenzar  la entrevista. Quizás  no esté  usted  en un error al suponer  que  no siempre  la libertad  traiga aparejada  consigo  un mayor interés cultural. Los hombres y mujeres que hemos  vivido dentro de la cultura, esperábamos mucha más  expansión   de la que realmente se ha producido  en  España  en estos últimos decenios. Con esto no estoy negando, ni mucho menos, la democracia, pero  es cierto que la evolución de la sociedad española, que ha  propiciado  la corrupción  en muchos aspectos (pelotazos incluidos) ha  perjudicado muchísimo a  la verdadera democracia. Es indudable  que, a veces, la represión  política no influye  sobre la cultura y, en cambio, la extrema libertad   puede hacerlo  negativamente. No sé si es que la cultura   necesita reaccionar  frente a algo para   revitalizarse...
 
P.-: Por ejemplo, frente a Franco...
R.-: La gente de  mi edad  hemos vivido  desde niños  una España  con muchas contradicciones. Mi primer  recuerdo histórico  es la caída de la monarquía  española, cuando apenas tenía 6 años.  Se generó entonces  una verdadera esperanza de surgimiento de las vanguardias, que ya venían de la Edad de Plata, y que se pensaba  que  crecerían con verdadera fuerza  con la República. Aunque se hicieron muchas cosas con el cambio de régimen, la cosa acabó tan  mal desde el punto de vista de la sociedad civil, que  desembocó  en ese retroceso inmenso  que constituyó la época franquista.  De esa época nos  quedó  una  ilusión muy fuerte por cambiar el mundo. Hablo desde el punto de vista de aquellos que no  comulgábamos con  el régimen de Franco que, además, pasamos  momentos muy duros. Yo estuve durante 8 años   en  París  (hasta 1957) en esos momentos,  y cuando volví a España  me encontré con unas dificultades  enormes en el ámbito universitario. Entonces  ser universitario era poco menos que  ocupar  el peldaño más bajo de la escala  profesional, y casi de la social. Recuerdo que   los franceses, cuando supieron que  quería venirme  a España, cuando  estaba  en la universidad  francesa, sabiendo  que  es lo que iba a cobrar  en la española, no lo entendían. Menos aún, cuando yo tenía la oportunidad de  adoptar la nacionalidad francesa,  porque así me lo habían pedido.... Luego vivimos  la época de la transición, que también fue  dura  al principio. Los que  desarrollábamos una intensa actividad intelectual, aunque no la interrumpimos, la vida política nos llevó, incluso, a  descuidar las investigaciones  en las que estábamos embarcados, porque había que seguir  los acontecimientos  muy de cerca. Hemos vivido  cambios  muy  fuertes  en   poco tiempo desde  un punto de vista histórico:   pasamos, por ejemplo, de una España  que dejó de ser agrícola para convertirse  en  un país de servicios, abierto al turismo  y con una   fuerte  emigración de la población rural  hacia los núcleos urbanos;  al  progresivo acceso de las clases sociales  a bienes  que , hasta entonces, le habían estado vedados ; al predominio  de la vida política sobre la vida cultural ; al  auge económico , que  solo se ha  debilitado  con la  llegada   de la crisis  económica y los recortes presupuestarios...
 
P.- Recortes que, supongo,  habrán traspasado también las puertas  de la RABASF, ¿no?
R.-: Si, claro. Las dificultades económicas  han llegado también  a esta institución. Lejos de lo que pueda pensarse, por ejemplo, mi salario  como presidente  de la RABASF  es  muy escaso, incluso ridículo. Si se compara con lo que  puede ganar ,por ejemplo , un alcalde de cualquier pueblo pequeño .Esta no es una excepción porque  hay colegios profesionales  que , hasta hace unos años,  pagaban muy bien  la inserción de artículos  en su revista, o las conferencias  que se dictaban  en su sede  y , a título personal  y como  modesto ejemplo, no he cobrado  aún alguna colaboración  en  un colegio profesional  determinado desde hace más de dos años. He cobrado puntualmente,  sin embargo, otro  artículo científico relacionado con el urbanismo en el mundo, que me  pidieron  de una revista  técnica, dependiente del Ministerio de Fomento. Lo sintomático  es  el valor  que se da en España a la cultura porque  ese artículo  se pagó exactamente  con 120 ? , y  no se trataba de un artículo a vuelapluma   que uno puede escribir  en unos minutos, sino que exigía  mucha experiencia, mucho criterio  y  bastantes horas de bibliotecas. Esto denota únicamente el valor que se da en España a la cultura...
 
P.-: Si esto es así  en  entidades y organismos, ¡qué  no será  en  ámbitos  menos  ilustrados!
R.-: Desde  la RABASF  he visto muchas veces como  buena parte de los profesionales  (registradores de la propiedad, médicos o economistas distinguidos, por ejemplo) no  conocen  esta Academia, no saben lo que es, y ni siquiera conocen el museo.  Ahora tenemos  encuentros  frecuentes con  diversos grupos de profesionales porque  alquilamos  el salón de actos , como fórmula  de  incrementar los ingresos  de la RABASF en estos momentos de crisis;    se sorprenden  al conocer  de la existencia  de este edificio  de la calle Alcalá de Madrid. Es algo que, si no  lo viviera  personalmente, me costaría trabajo creer.
 
P.-: ¿De  cuál de todas las múltiples  actividades  que  ha desarrollado está usted más satisfecho?
R.-: Procedo de una familia con inquietudes intelectuales que, además, ha estado siempre cerca de las vanguardias. A finales del  XIX, mi abuelo materno  ya escribía; un tío mío  fue catedrático y, en su juventud, era ultraísta. Mi padre, aunque era militar, pintaba, etc. Quiero decir con esto que yo he vivido muy de cerca  la cultura  desde niño. Siempre  he sido, en todo caso, muy generalista porque  me ha interesado tanto la pintura como la música, la literatura, la estética aunque  luego me especializara  haciendo la tesis doctoral. Para unos, soy especialista del barroco; para otros, de otros movimientos artísticos, pero  yo me considero  generalista porque siempre me ha interesado todo. En  cualquier caso, si tuviera que  elegir la que, de manera ideal, me gustaría más, sería  la de las bibliotecas,  porque  proporcionan  el reposo  previo y necesario  para la actividad investigadora. Esa es para mí una especie de aspiración, pero en mi vida se ha mezclado esta actividad con la gestión, la realización de exposiciones, alguna incursión en el mundo editorial (he reformado  la bibliografía española, haciendo publicar  obras de los primeros historiadores del arte español en una editorial como "Cátedra"), he hecho también  periodismo, arqueología  de campo, en busca de una ciudad perdida en América Central... Quizás hubiera querido ser más en alguna  de estas facetas, pero todas me han reportado  satisfacciones. He puesto en práctica aquello  que se atribuye a Bernard Shaw: "Si quiere  Vd. saber sobre algo, escriba un libro sobre ello".
 
P.- : Nos ha hecho Vd. hace un momento  un diagnóstico aterrador sobre el  escasísimo conocimiento   y reconocimiento social  de las Bellas Artes en nuestro país, pero ¿se atreve ahora a  hacerlo  sobre las propias Bellas Artes?
R.-:Creo que no estoy solo  a la hora de pensar que  hoy  hay una confusión bastante grande en torno a las Bellas Artes, y no solo en España , sino en el mundo entero. La evolución de las artes ha seguido  una  serie de caminos muy  diversos y no siempre  acertados.   Las vanguardias históricas  rompieron, en un sentido,  las artes anteriores, pero en otro  fueron a la vez  continuidad  de las mismas. Quizás ahora, con todas las  nuevas técnicas, con las nuevas tecnologías, se está pasando un momento   en el que  todavía no está bien definida la relación entre las  artes plásticas  -las artes que se materializan- y el conceptualismo. Hay quien  con unos papelitos  y unas palabras cree estar haciendo ya  una obra de  arte. Espero que esto sea solo una crisis momentánea, como la que está  atravesando el libro  impreso y el libro electrónico, si ha muerto el libro  o no... Es un poco  como cuando apareció la televisión,  que se pensó que iba a ser la muerte del cine y, sin embargo, no ha sido así. Nada es, todo se transforma y estamos en un momento  de transformación, que da lugar a este  confusionismo... Hace unas semanas, para la Academia de Roma, para  evaluar  a los candidatos,  había miembros de la misma, muchísimo más jóvenes que yo que, sin embargo, defendían  posturas  mucho más conservadoras que la mía. Cuando yo  defendí que la novela gráfica   de las vanguardias  de  principios del siglo XX (que no es el  tebeo, ni el comic), sin duda era  arte, los colegas   se sorprendían.  Yo no estoy negado a nada  pero, al mismo tiempo, interesado  como siempre he estado por el arte abstracto  y seguidor  acérrimo   del mismo,  he seguido también la figuración, el realismo, sea crítico, radical o simbólico...
 
P.-: En los años 60  del siglo XX, el Pop  Art  era visto por algunos como  despreciable, o casi. Hoy puede que suceda lo mismo con el grafiti. ¿Cómo  contempla  Vd. Esta nueva forma  de expresión?
R.-: A mí el  Pop Art me interesó  desde el primer momento. El grafiti, cuando es bueno, también.  Sin embargo,  la inmensa mayoría del grafiti  que hay  en estos momentos en Madrid no es arte. Un buen grafitero, que no respeta  un sillar de granito, que   en sí mismo es una preciosidad,   con el único objeto de  plasmar allí su firma, es como un perro que mea para  marcar su territorio. El grafiti, cuando es un gran grafiti, claro que me interesa. Hay grafitis fenomenales  y hay grafitis que no son nada.  Es como la fotografía, que ha sido un arte esencial  desde fines del XIX, a lo largo de todo el XX, y ahora mismo. Pero un joven que cree que hacer fotografía  consiste solo en disparar   una cámara  y eso lo convierte ya en fotógrafo, está en un inmenso error.
 
P.-: Pero, ¿dónde están los límites del arte? ¿ Dónde un grafiti  o una fotografía  se  convierten en arte?
R.-: Hay arte  si la obra transmite  algo creador, algo que nos hace pensar, algo que nos hace sentir, algo que nos  toca de una manera  tremenda   la fibra interior. Todo puede ser arte, como lo es el toreo la danza, la exhibición del  propio cuerpo;  todo, todo puede ser arte, pero   el arte no puede ser un remedo del arte sino algo mucho más profundo. Es una cuestión de sensibilidad, de rozar lo inaprehensible, lo sublime o lo terrorífico, lo bellísimo, lo ideal, pero no cualquier cosa es arte.
 
P.-: Y el  arte, ¿para qué sirve?
R.-: La utilidad del arte es el arte mismo. Es algo que no  es como un pañuelo, que se utiliza y se tira, sino que es algo que nos                                                                             toca más profundamente  y de ahí que  -como en el mito de la hormiga y la cigarra- el artista  que, a veces, puede parecer  un                                                                                 inútil, es un  elemento social  absolutamente  necesario. Si no existiese el arte, dejaríamos de ser profundamente humanos.     
 
P.-: Crisis económica y crisis  artística, ¿son caminos  paralelos, convergentes   o independientes?
R.-: Arte y Sociología  son  caminos  interdependientes. El Arte es un producto social, en donde   concursa  el  gusto colectivo, o las condiciones de vida de una sociedad. Un individuo  de esa sociedad, que es el artista, interpreta  la vida y los acontecimientos  que afectan a  esa sociedad  desde su particular punto de vista. Pero la Sociología debe tener también  en cuenta  la ciencia, o el pensamiento. El artista es solo un medio, a veces es un  creador  cuya obra  va más lejos  de lo que él mismo  pueda creer.
 
P.-: Y, claro, siempre hay  un tercero que intenta  obtener  un lucro adicional   con esa obra, ¿verdad?
R.-: Si no hay  espectador, no hay tampoco obra de arte. Es como la música que no se interpreta, o la obra de teatro  que no se representa. La obra de arte tiene  una repercusión que  muchas veces se le escapa al autor. El Quijote fue percibido, poco después de su publicación, como una obra humorística y solo los años  dieron la verdadera dimensión de la obra de Cervantes.  La obra de arte tiene una trascendencia  y una vida propia, desde el mismo momento que está ahí  y se objetiviza.
 
P.-: Una última pregunta, ¿qué piensa Vd. de  la gente  que  escribe cultura con K?
R.-: (Sonríe abiertamente) No sé  por qué la ponen. En español  cultura se escribe con C. Si escribirlo con K  significa  una forma de rebeldía, de aplicarle  mayor  trascendencia,  creo  sencillamente  que no le hace falta esa K  para ser cultura. Sea con C o con K lo que importa es que realmente  sea cultura, en el sentido más importante de la palabra, es decir, en un sentido vivificador.
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