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Este periódico y los tres candidatos socialistas

Este periódico y los tres candidatos socialistas

jueves 10 de julio de 2014, 12:00h
Este domingo, los militantes del PSOE acuden a votar para decidir cuál de los tres candidatos que se presentan a la secretaría general de este partido será quien lidere esta formación, que sigue siendo la segunda en importancia en España, convirtiéndose, por tanto, en algo así como el líder de la oposición. Una confrontación electoral que nos está pareciendo -la seguimos con distante atención, lo que no siempre es fácil de conseguir-quizá de tono menor, pero interesante y, sobre todo, importante. Por el tono y las formas, que son muy correctas, y por lo que significa de apertura de un partido político a la sociedad, lo cual, además de inédito, es ejemplar. Loor, en este punto, a Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha sabido poner en marcha, con todos sus claroscuros, este proceso, y ha sabido, además, retirarse con honor y sin dar más pábulo a las acusaciones de favoritismo hacia uno u otro candidato que las que han lanzado gentes interesadas en poner palos en las ruedas o que, simplemente, está desinformada.
 
Pedimos al amable lector que no nos crea víctimas de síndrome de Estocolmo alguno. Insistimos en que miramos lo que ocurre en el PSOE -y en el resto de los partidos-desde la distancia del entomólogo, pero con la cercanía de los obligados  profesionales en la materia. Por eso podemos atrevernos a decir que el comportamiento de los tres candidatos, Sánchez, Madina y Pérez-Tapias, es más que educado, lo que hace sospechar que, gane quien gane, el primero o el segundo -el tercero parece que va de eso, de tercero en dis-concordia--, forzará una ejecutiva de integración, que inicie el viraje que el PSOE va necesitando desde hace muchos más años de lo que pensamos. Porque, sin duda, la decadencia comenzó incluso antes de que Felipe González se retirase, derrotado por Aznar, y tras haber asistido, como colofón al desgaste de su Gobierno, a la dimisión del vicepresidente, del ministro de Defensa y del jefe de los servicios secretos, envueltos en un escándalo de primera magnitud. Algún día, es de suponer, la Historia ajustará cuentas con aquel González que nos gobernó durante trece años con al menos tantas sombras como luces; culpar a Zapatero del declive de un partido que ganó las alecciones de 2004 y 2008 por lo que las ganó, parece equivocado: solamente aceleró, con sus torpezas, el hundimiento.
 
¿Serán capaces Sánchez, Madina, Pérez-Tapias y quienes integren el próximo equipo dirigente, de hacer que el PSOE, que tan necesario nos es en el equilibrio político, levante el vuelo? No lo sabemos, la verdad. Expresamos nuestro respeto por los tres -y por quien sobrevuela el proceso, que preside la Junta de Andalucía y hubiese debido, a nuestro juicio, participar en estas elecciones--, pero no podemos caer precisamente rendidos ante las ideas que han expresado en esta breve campaña que concluye. A los tres les hemos pedido que comparezcan en chats con nosotros, pero, pese a las promesas -incumplidas en este sentido-de alguno de los dos posibles ganadores, solamente el tercero, Pérez-Tapias, acudió a nuestra convocatoria: los 'grandes', ya se sabe, se dedican a los 'grandes', y eso que nosotros lanzamos nuestra solicitud acompañados por otros varios importantes periódicos regionales españoles.
 
En todo caso, resulta patente que tanto Sánchez como Madina estaban más interesados en cómo arreglar las cañerías del partido que en reforzar los muros de España, y es hasta comprensible. Cómo solucionar los males de la patria queda, se supone, para después. Pero el caso es que ahora nos faltan datos concluyentes para evaluar quién sería el mejor candidato, en su caso, ante unas elecciones generales frente a, se supone, Mariano Rajoy, aunque sí sabemos que los dos actuarían con igual voluntad de limpieza para adecentar, cara al futuro, el centenario partido fundado por  Pablo Iglesias --'el bueno', como dicen, con cierto humor, los 'estados mayores' de los candidatos--. No hemos encontrado grandes diferencias entre lo que dicen uno u otro y sí en lo que dice el tercero, que, lógicamente, puede comportarse con la alegría verbal de quien sabe que no va a tener responsabilidades de primer nivel.
 
Lo demás es frivolizar un proceso importante para mejorar la democracia española. Que si uno es más guapo y otro más antipático, como leemos en tantos titulares; o que si uno hace más trampas que el otro en las redes sociales, por ejemplo. Lo cual, coincidirá usted con nosotros, resulta mucho menos importante que saber si uno pactaría con el PP lo que hay que pactar -reforma constitucional incluida-o cómo tratarán uno y otro a Artur Mas antes de ese 9 de noviembre que el molt honorable president de la Generalitat quiere convertir en jornada fatídica. O si piensan mantener -que es que sí, pero no lo dicen con esta claridad-el consenso constitucional en torno a la Monarquía. Y un largo etcétera. Así que nuestra neutralidad frente a uno u otro -u otro-es no solamente una opción voluntaria, dentro del debate que hemos abierto sobre el futuro de la izquierda en España: es que, además, nos faltan elementos de juicio. Confiemos en que los militantes que votan este domingo acierten, por el bien del país.
 
Estamos, pues, ante un fin de semana importante, tanto por estas elecciones internas en un partido que puede estabilizar o desestabilizar la situación, como por esos debates, seguimos confiando en que sean constructivos y de altura, acerca de cómo regenerar la vida política española que han iniciado en la 'escuela de verano' del Partido Popular y que este sábado clausurará Rajoy, quisiéramos creer que esta vez con un discurso que nos levante del asiento. Puede que se nos juzgue unos optimistas incorregibles, pero es lo cierto que algo, algo vamos avanzando, aunque sea tan poco a poco.
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