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Que el PSOE vuelva a ser un partido socialista

Que el PSOE vuelva a ser un partido socialista

viernes 11 de julio de 2014, 10:15h
 "Conversación en la Catedral" (1969) es la tercera novela del peruano Mario Vargas Llosa. El principio de "Conversación en la Catedral" es considerado uno de los mejores inicios de una novela y al mismo tiempo el comienzo de una pesadilla. Santiago Zavala, el protagonista, abre la novela planteándose de saque una pregunta, "¿en qué momento se jodió el Perú?".

Remendado a Vargas Llosa el periodista Manuel  Sánchez de Diario.es le preguntó a Pedro Sánchez, uno de los candidatos socialistas a la secretaría general del PSOE que hoy se elegirá, "¿cuando se jodió el PSOE?". Y el candidato madrileño contestó: "¿Cuando se jodió el PSOE?. Yo diría  que hubo un punto de inflexión, a mi juicio, con el indulto  al  ex consejero delegado del  Santander Alfredo Sáenz. Ahí perdimos buena parte de la confianza acumulada durante muchísimos años".

Dicho esto, el  candidato, como asustado por lo dicho, se dedicó a justificar la trayectoria del  partido socialista y los gobiernos de González y Zapatero, aun no estando de acuerdo en una futura coalición con el PP ni en Madrid, ni  en Bruselas.

Bueno, por lo menos reconoció algo porque aquello fue un hecho que se basó en la potestad de cualquier gobierno de conceder graciosamente indultos sin justificar ni dar la menor explicación. Pero uno se funde cuando traiciona a su sigla y a su trayectoria histórica. Y es que el PSOE se fundió cuando  traicionó su trayectoria histórica republicana y se convirtió en "juancarlista" y hace un mes en monárquico. Cuando  conspiró contra Adolfo Suárez propiciando  un golpe de estado de salón  para dar lugar a un gobierno presidido  por un militar. Cuando con UCD y AP aprobó la Loapa y se cargó todo el proceso  autonómico. El PSOE comenzó a "fastidiarse" con el hermanísimo Juan Guerra... Filesa, Malesa, Times Sport, Luís Roldán, Mariano Rubio, el Gal y sus dineros, participando encantado en consejos blindados y con consejeros socialistas que se hacían millonarios. Se fundió impidiendo a Ibarretxe que la  iniciativa del Parlamento Vasco prosperara en discusión parlamentaria en febrero de 2005. Se fundió en su amistad con banqueros, en los Eres de Andalucía, con sus Malenis, y al no tocar una ley hipotecaria que venía del franquismo. El PSOE se jodió no sacando al dictador del Valle de los Caídos, ni a los miles de sus fusilados de las cunetas. El PSOE se fundió cuando Zapatero no se enteró de la fiesta. Pero es que además cambió la Constitución en una semana en agosto de 2011 y con un pacto con el PP, sin discusión alguna, imponiendo un techo de gasto. Pero es que no reformó la justicia de arriba-abajo, asignatura pendiente que estos días da un penoso espectáculo cuando un fiscal arremete contra un juez instructor (lo nunca visto) a cuenta de  que a la hija del rey no se le puede tocar ni con el  pétalo de una rosa o con el aforamiento blindado de un señor que dijo en su día que "la justicia era igual para todos". Y el PSOE se jodió cuando le quitó la S y la O de su sigla y se quedó como un partido español más, complaciente con la corrupción.

Hay asimismo un dato que a mí siempre me ha llamado la atención del PSOE. El nulo respeto por su importante historia de 135 años y la de sus mayores a los que trataron como a esos parientes pelmas y lejanos a los que hay que meter en un asilo y ni nombrarles.

Don Manuel de Irujo, cuando pactamos con el Partido socialista aquella coalición para las elecciones al Senado en 1977, incluyendo una Navarra que pronto traicionarían, nos habló insistentemente de aquellos socialistas que habían sido consecuentes y en el caso de Largo Caballero acabaron en un campo de concentración alemán o de Indalecio Prieto con quien trabajó en el Consejo de ministros y con el que Aguirre había negociado el primer estatuto de autonomía o con Rodolfo Llopis, que murió abandonado habiendo mantenido la llama del socialismo español en el exilio y al que Felipe González trató como a un perro. Y ya se sabe, el que pega a su familia, se arruina.

En relación con lo ocurrido en el estado español desde el pasado dos de junio cuando de la noche a la mañana el rey Juan Carlos anunció su abdicación sin dar mayores explicaciones , aunque una de ellas se basaba en  que dimitido Rubalcaba, cualquier cosa que podría venir con posterioridad era mucho  peor para la monarquía que lo que había funcionado con González, Zapatero y Rubalcaba y había que hacer una abdicación express no fuera a ser que un nuevo socialismo pusiera en cuestión las componendas de los anteriormente mencionados, hay que decir que el voto afirmativo en favor de la abdicación, el permitir un aforamiento express sin montar la de Dios es Cristo, el acriticismo total ante un discurso de proclamación en el Congreso lleno de tópicos y absolutamente pre constitucional, tuvo su guinda en uno de los actos más bochornosos aunque simbólicos, que podían haberse programado. Y me refiero a la cena en el Currito  organizada por el ex ministro José Luis Corcuera para despedir al rey Juan Carlos con una serie de ex ministros así como  con la presencia de Barrionuevo, el indultado de la prisión de Guadalajara, de un Alfonso Guerra, admirador de Machado pero cepillador del estatuto catalán y de varios personajes de este pelaje político y moral. ¿Es eso lo que tiene que hacer un socialista de la margen  izquierda en la despedida de un jefe del estado español caracterizado por sus escándalos? ¿Cuántas despedidas se han organizado a tantos socialistas de bien que han ido cayendo rodeados del más estruendoso silencio solo por osar discrepar de ese tipo de socialismo de garrafa?

Y ahí está Felipe González, al que no se le conoce obra social alguna, sino una buena amistad con todos esos millonarios del mundo con muchos ceros. De ser socialista que vestía de pana porque no le interesaba el dinero a trabajar de asesor de millonarios del planeta tras su garbeo por Gas Natural donde dijo que se aburría pero que llenaba sus bolsillos y hacía crecer sus bonsáis. Aunque es verdad que no engaña a nadie más que a los que les gusta les engañen. Tras su viaje a China siendo presidente hizo una reflexión que define como nada el lema de su escudo de armas y el por qué el PSOE está como está. "Gato blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones". Es decir, fuera la ideología, lo que importa es la praxis. Que no se distinga la Pepsi Cola de la Coca Cola. Hace dos semanas lo volvió a hacer. Los diputados y senadores socialistas se abstuvieron, por vergüenza torera en el aforamiento express del rey Juan Carlos -una auténtica chapuza- como dijo el presidente del Congreso Jesús Posadas y él salió para advertirles de que "no tenían sentido de estado".  Y ahora ha acusado a los candidatos socialistas de ser de "cartón piedra". Y nadie salió para decirle aquello de "¿Por qué no te callas?

En Suresnes (1974) comenzó la transfiguración del PSOE de siempre hasta convertirlo en el PSOE actual. Muchos hombres y mujeres de base, han dejado décadas de sus vidas en una militancia ilusionada y confiada que no han merecido los dirigentes que han tenido y que muchos de ellos encima sufrieron el terror de una ETA que acabó con sus vidas. Los grandes pactos de la mal llamada transición, que no fue más que una mala transacción, no fueron necesarios tras aquel 23-F propiciado también por los Múgicas y por algunos de sus dirigentes. En 1982 fue un buen momento para reconducir a la democracia real todo aquel tinglado franquista que aún perdura, pero la rancia españolidad de la derecha cavernaria, que contagió su sentido del estado al PSOE y los atajos desfiguraron e imposibilitaron una salida digna ante los trabajadores y las clases medias de la sociedad en aquel momento. Y hoy tenemos una democracia de muy baja calidad, corrupción por todas partes, y a Catalunya y a Euzkadi en pie de guerra. Lógico.

Se fundió cuando no investigó el agujero negro de Bankia, y se retrató cuando avaló la desastrosa política del socialista Miguel Ángel Fernández Ordóñez en el Banco de España.

Hoy eligen un nuevo secretario general. Que  tengan suerte y vuelvan por sus fueros originarios, metan al Jarrón Chino de González en una alacena y oigan a la calle. También en Euzkadi  nos hace falta un partido socialista, vasco y sin complejos ni  pactos con el PP.

Y que encuentre de una vez su centro de gravedad.
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