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Macbeth (MBIG), un  inquietante, hermoso, exquisito  y trágico  aquelarre, de obligada  degustación para los amantes del  teatro 10

Macbeth (MBIG), un inquietante, hermoso, exquisito y trágico aquelarre, de obligada degustación para los amantes del teatro 10

domingo 13 de julio de 2014, 14:46h
Prometo que hace más de 40 años que, cada vez que voy al teatro, albergo el sueño imposible de que la primera actriz, por mor de no sé qué extrañas conjuras, da un resbalón y cae sobre mí, espectador anónimo que suele frecuentar la primera fila. Pues bien, ese sueño se ha hecho realidad, y no solo para mí, sino para los 34 espectadores que me acompañaron el pasado sábado en el número 48 de la madrileña calle Huertas, sede de La Pensión de las Pulgas (un pequeño, original y exquisito teatro) y, en esta ocasión, también de la empresa MBIG (Mc Beth International Group).
En la original y afortunadísima adaptación de la obra clásica de William Shakespeare, que José Martret ha trasladado al mundo empresarial, redondeando con ello una magnífica versión tanto en el lenguaje utilizado como en la dirección y puesta en escena, actores, actrices y público están durante las dos horas y cuarto que dura la representación a no más de dos metros de distancia (muchas veces, incluso, se tocan) y, en esa situación, los anhelos, las preocupaciones, los deseos, el terror, la ambición, la traición, la lujuria o la honestidad se palpan, se huelen, se escuchan, se ven, como si sucediesen en carne propia.
Todo eso, sin embargo, no habría sido posible sin la verdad extrema que rezuma en cada gesto, en cada palabra, en cada susurro y en cada movimiento de los diez magníficos y extraordinarios actores -en algunos casos, totalmente desconocidos hasta ahora para mí- que dan vida a los personajes shakespearianos, recreados ahora por

Martret. Se trata de Francisco Boira (Macbeth), Rocío Muñoz Cobo (Lady Macbeth), Manuel Castillo (Malcolm), Raquel Pérez (Camelia), Jorge Suquet (Macduff), Víctor Duplá (Ross), Pilar Matos (bruja 1), Maribel Luis (bruja 2), Francisco Olmo (Duncan) y Dani Pérez Prada (Banquo). Todos ellos bordan su papel, de mayor o menor peso en la obra, y quedan grabados desde hoy en mi memoria como uno de los más inolvidables momentos que jamás he vivido en esas más de cuatro décadas que confieso que llevo acudiendo asidua y apasionadamente al teatro.
La historia se repite
La Bella Chelito, una estrella rutilante del escenario de principios del siglo XX, y primera mujer empresaria teatral española, que hizo famoso el cuplé de la pulga, vivió en el espacio que hoy ocupa -precisamente en su honor- La Pensión de las Pulgas, una planta de unos 190 metros cuadrados, situada en pleno barrio de Las Letras madrileño. Allí la estética que domina en la escenografía es de los años 50 del siglo pasado y la indumentaria de los actores y ejecutivos de MBIG, de las décadas inmediatamente posteriores (primoroso, por cierto, el vestuario que Lorenzo Caprile ha diseñado para Lady Macbeth). Pero todo eso importa poco porque la ambición, la perversión política, la intriga, la corrupción o la toma del poder a costa de lo que sea, incluido el asesinato, son solo formas permanentes de descenso a los más negros recovecos del alma humana o -dicho de otro modo- flores de todo tiempo y lugar.
Por el contrario, uno puede sorprenderse al visitar por vez primera un espacio tan singular y encontrarse así, de repente, con una obra tan magníficamente cuidada en su adaptación, producción e interpretación, que provocan en el espectador preguntas a las que, a bote pronto, uno no encuentra fácil respuesta. Por ejemplo: ¿por qué una obra como esta no puede verse en uno de los grandes teatros de la escena madrileña (María Guerrero, Valle Inclán, Español...)?, ¿ cómo se puede llegar a sobrevivir con tan escaso número de representaciones y con un elenco de actores tan amplio en relación a los 35 espectadores de aforo de la pequeña sala? Nunca como ahora he pensado que los 20 € que cuesta la entrada a esta inmensa joya literaria, tan felizmente recreada por José Martret, es apenas una aportación simbólica por el inmenso tesoro de cultura, pasión, emoción y belleza con que el espectador llena su espíritu tras asistir a una representación que acaba siempre con los 35 afortunados

espectadores, que han tenido la inmensa suerte de poder asistir a ella, puestos en pie y brindando un prolongado y emocionado aplauso a todos quienes han hecho posible ese trocito de verdad y vida.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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