Un Don Mendo de lujo veranea en Madrid con un reparto de lujo que encabeza José Pedro Carrión

Una reposición que ha sido, está siendo, todo un acierto dentro de los programas dedicados al arte de Talía de los Veranos de la Villa y que provoca la hilaridad y de los afortunados asistentes, cuyas palman restallan a tope cuando acaba cada una de las representaciones. Normal, si a los citados Carrión y Castejón para este también mítico texto de Pedro Muñoz Seca se unen nombres tan sonoros como Ángel Ruiz (el propio Don Mendo), Ramón Langa, María José Goyanes, Valey Tellecehea, Luis Perezagua y un larguísimo etcétera. 

Pronto se cumplirá un siglo de este talentoso astracán que Pedro Muñoz Seca estrenó en el Teatro de la Comedia de Madrid en 1918, y que se convirtió al instante en un éxito como comedia ambientada en la España medieval. Es un recorrido por casi todos los metros y formas estróficas de la poesía castellana. La obra pertenece al astracán, género cómico menor creado por el autor que sólo pretende hacer reír a toda costa: la acción, las situaciones, los personajes incluso el decorado dependen única y exclusivamente del chiste, que suele ser de retruécano y de deformación cómica del lenguaje. 

Humor absurdo adelantado a su época
Obra en la que abundan juegos de palabras y golpes de humor; una reducción al absurdo -mucho antes de que este tipo de humor se pusiera de moda décadas después- de los elementos propios del drama histórico con fines paródicos. Se unen elementos detonantes del ayer y del presente en obvios anacronismos, haciendo además que personajes medievales se muevan en un mundo dominado por la moral utilitaria del tiempo de Muñoz Seca.

Su conocido argumento va de que Magdalena, hija de Don Nuño Manso de Jarama, está enamorada de Don Mendo, un noble pobre con quien mantiene relaciones secretas. El padre de la joven decide casarla con un rico privado del Rey, Don Pero. Ella, que quiere ascender socialmente, acepta sin decirle nada a Mendo ni a Pero. Cuando éste último los descubre, Mendo se auto-inculpa de robo y acaba encarcelado y condenado a muerte. Un amigo de él, el Marqués de Moncada, le rescata, dándole así oportunidad de llevar a cabo su venganza.