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El infiltrado

El infiltrado

jueves 07 de agosto de 2014, 19:46h
Hacía bastante tiempo que no contemplaba un suicidio político a plazos, como el que está llevando a cabo, con suma maestría, Artur Mas. Es difícil alcanzar tal grado de perfección y, sobre todo, de eficacia. Hundir una carrera política personal está al alcance de cualquiera: basta cometer un par de gilipolleces seguidas y, después, sostenerlas con brío hasta que el personal llegue a la conclusión de que eres uno más de los tontos contemporáneos que se encuentran debidamente empadronados. Es una tarea que no resulta demasiado complicada. Ahora bien, hundir tan deprisa y de forma tan  contundente un partido político asentado e influyente como Convergencia Democrática de Cataluña, esa es una labor que sólo pueden llevarla a cabo personas muy dotadas para la provocación de desastres. Que haya conseguido, o esté a punto de culminar, que Durán i Lleida se marche con la música de Unió Democrática a tocar a otra parte era algo tan inimaginable como alguno de los trabajos de Hércules. Y, lo más extraño, lo más raro, ha sido su maravillosa habilidad para mantener hipnotizados a los afiliados de Convergencia, gente que pertenece a la burguesía ilustrada de Cataluña, donde abunda el "seny" y la prudencia.

O puede que no estemos ante un fuera de serie para perfeccionar el fracaso, sino ante otra cosa. La idea puede parecer novelesca y lo es. Estaba leyendo una novela de John Banville, "El intocable", y me saltó una alarma interior. La novela trata de la generación de hijos de la burguesía que ocupaban las habitaciones de Oxford y Cambridge, en las vísperas de estallar la II Guerra Mundial, y el constatado fenómeno de que algunos de ellos se hicieron espías, al servicio de Moscú.¿Y si Artur Mas fuera un infiltrado de Ezquerra Republicana de Cataluña? La hipótesis es tan atrayente como lógica, y explicaría esa tarea que va a convertir a Ezquerra en el partido más votado, algo que nunca pudo imaginar el más entusiasta de sus dirigentes, ni siquiera después de soplarse un par de botellas del Priorato.

Fuera de esta hipótesis tan seductora sólo queda la crónica de un tipo que se disparó en un pie y para aliviar la cojera se disparó en el otro. Quedaría mucho mejor el personaje como infiltrado que como la reencarnación de la pantera rosa en versión catalana.
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