Arranca uno de los cursos políticos más difíciles para la historia reciente de España

El primer tema al que se enfrenta el Gobierno de Mariano Rajoy es la Diada de Cataluña, a celebrar el día 11 de este mes. El gran día para los catalanes será un ensayo de lo que en noviembre, concretamente el día 9, promete ser todo un envite al resto de España con la prometida consulta soberanista. El presidente tendrá que ejercer de mano dura y esperar que el más que probable fallo del Tribunal Constitucional en contra del referéndum impulsado por Artur Mas sea su primer arma para parar la ofensiva catalana.

Pero no se quedará ahí todo. Como han prometido Mas y sus socios de Govern, habrá consulta "diga lo que diga el Constitucional", por lo que la instalación de mesas y la posible celebración ilegal de dicha consulta supondrá un reto para Madrid a la hora de saber cómo gestionar la crisis sin que Cataluña se convierta en un auténtico polvorín en contra del resto del país.

Este inicio de curso también es el primero con otro rey que no sea Juan Carlos I desde que se restauró la democracia en nuestro país. Felipe VI se estrena como monarca en el momento más difícil, quizás con la parte más positiva plasmada en una Euskadi algo más tranquila, también con deseos de soberanía, pero enfocados en una vía tranquila que busca el modelo escocés de independencia: el permiso de España y Europa para celebrar un referéndum de secesión. El terrorismo de ETA tampoco es ya un problema vital, dejando el paro y la corrupción como los grandes retos a lidiar por el Gobierno del PP.

Las elecciones de mayo, aún por anunciar oficialmente y fijarlas en el calendario, darán lugar a una nueva etapa en el mapa municipal y autonómico. El PP tiene las encuestas de su lado, pero una cosa son las generales y los ámbitos nacionales y otra cosa los ayuntamientos y las autonomías. Se espera que conserve las grandes regiones, pero el empeño por aprobar una reforma electoral que suponga que las listas más votadas sean las que controlen las alcaldías sin dejar pie a los pactos postelectorales deja claro que Rajoy tiene miedo a perder de manera masiva muchos municipios gracias a los pactos entre formaciones de izquierdas.

Otro tema no menos interesantes es el encaje político que tendrá la otrora plataforma ciudadana 'Podemos', de Pablo Iglesias, que ha dejado de ser una utopía política para convertirse en la potencial tercera fuerza política del país, y con vistas a igualar al PSOE en intención de voto. Eso deja en mal lugar a los socialistas, que pese a renovarse en julio con la Ejecutiva liderada ahora por Pedro Sánchez no despega en las encuestas y parece que el partido antes gobernante pasará por mucho más tiempo en su travesía por el desierto, golpeado claramente por la izquierda real, IU y 'Podemos', que podrían terminar por quitarle gran parte de sus apoyos ciudadanos.

Rajoy, mientras, respira algo más tranquilo de cara a este difícil curso político... pero tampoco le conviene: su gran aliado para hacer frente a Cataluña es precisamente el  PSOE, tirando del bipartidismo que desde hace más de tres décadas controla políticamente España. Pensar en Podemos influyendo en la construcción del país hace temblar los cimientos de muchos votantes y muchas instituciones estatales.


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