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Análisis sobre el futuro incierto de Cataluña: ¿qué pasará el 9-N?

Análisis sobre el futuro incierto de Cataluña: ¿qué pasará el 9-N?

martes 09 de septiembre de 2014, 19:58h
Hasta hace bien poco, analistas, politólogos y expertos varios eran capaces de predecir con bastante exactitud qué pasaría en la vida política catalana con meses e incluso años de antelación. Pero desde que Artur Mas tomó el rumbo del independentismo, la política se sembró de incertidumbre y, hoy por hoy, ni la bruja Avelina, aquella que dicen le leía el futuro a Jordi Pujol padre, sería capaz de vaticinar qué pasará después del 9 de noviembre.
Se pueden hacer algunas apuestas certeras. Está fuera de duda, tras las declaraciones de ayer de Mariano Rajoy, que el Gobierno central usará todos los cauces legales para impedir la pretendida consulta independentista de Mas. También se sabe a ciencia cierta que al líder de ERC, Oriol Junqueras, le da lo mismo lo que digan los tribunales, pues hoy mismo ha hecho un llamamiento a la que él denomina "desobediencia civil". Junqueras es partidario de celebrar el referéndum aún en contra del criterio de los jueces y para ello contará con el respaldo de la CUP y quizá de ICV.

Pero, ¿qué hará Mas si el Tribunal Constitucional prohíbe su ansiado referéndum? El portavoz del Govern, Quico Homs, no ha querido pronunciarse al respecto tras la reunión de hoy del Ejecutivo catalán. Para CiU, celebrar la consulta de forma ilegal supondría un triple problema: por un lado, esa decisión disgustaría a sus votantes más tradicionales. Por otra parte, conllevaría un nuevo conflicto entre CDC y sus socios de Unió, cuyas relaciones se hallan ya muy maltrechas. Por último, un referendo ilegal no tendría la legitimidad de uno legal, su resultado se pondría en entredicho y es muy probable que la participación no alcanzase los mínimos necesarios para esgrimirlo como arma política.

Así las cosas, el 9-N se ha convertido en un problema para Mas. Al president de la Generalitat. cuyo partido atraviesa por horas más que bajas, querría agotar la legislatura para tratar de remontar. Pero Mas no tiene mayoría absoluta. Gobierna con el apoyo de ERC y los republicanos no tendrán más remedio que retirarle su respaldo si el presidente no se echa al monte con ellos y opta por esa desobediencia civil. Para aguantar hasta 2016, como pretende, Mas solo tiene una salida: pactar con el PSC de Miquel Iceta. Ese acuerdo le daría estabilidad y algo de tranquilidad, pero es también un arma de doble filo, pues, tras haber empujado a sus bases hacia la radicalidad independentista, Mas lo tiene difícil para justificar un acuerdo con un partido de orden constitucionalista como el PSC.

La segunda opción para el dirigente catalán consiste en convocar elecciones al Parlament de forma inmediata. Es lo que la mayoría de los expertos ven más probable, pero para Mas supondrá su suicidio político y el de su partido. Las encuestas dan por hecho que si los comicios catalanes se celebran ahora, los ganará ERC. Antes de que saltase a la palestra el 'caso Pujol', CiU aparecía en los sondeos como segunda fuerza política. Aún no se sabe que consecuencias tendrá la corrupción para el partido, pero sí se prevé que se romperá en dos pedazos, porque el líder de unió, Josep Antoni Duran, ya ha avisado de que no está dispuesto a suscribir un programa independentista.

De hecho, en las últimas semanas han arreciado los rumores de que el PP, con Soraya Sáenz de Santamaría a la cabeza, está tratando de convencer a Duran para presentar una candidatura conjunta al Parlament al estilo de la UPN navarra. La ruptura de CiU, que los analistas dan por seguro que se producirá tarde o temprano, puede ir acompañada de otra crisis de partido, la de ICV, que cuenta entre sus filas con partidarios de la independencia, pero también con muchos 'unionistas'. Además, el futuro de los ecosocialista está sujeto al avance de Podemos, una formación que, según las encuestas, pisará con fuerza, y que, en principio, no se inclina por el independentismo.

Con este panorama, cualquier cosa podría suceder en esos supuestos comicios que ERC pretende que sean "plebiscitarios". Las fuerzas independentistas dan por hecho que obtendrán una mayoría abrumadora de escaños ayudadas por una ley electoral que las favorece al primar la territorialidad sobre la proporcionalidad. Pero es evidente que en esta situación "de vida o muerte" como ha definido algún dirigente de Ciutadans, se mirarán los votos con lupa y ése y no el número de diputados será el resultado que valga. Un resultado que puede ser muy, pero que muy ajustado: los votos de CDC, ERC, la CUP y parte de ICV contra los de PSC, PP, Ciutadans , Unió, Podemos y la otra parte de ICV.

A partir de ahí, ni la bruja Avelina sabría hacer un pronóstico de lo que pasará. ERC es la posible ganadora de esas elecciones, pero es improbable que tenga la fuerza suficiente para declarar, como le gustaría, la independencia de forma unilateral. Los analistas más experimentados se atreven a hacer un vasticino: ante tanta división, sólo cabe una vía, la tercera vía, es decir, que ese nuevo Parlament inicie las gestiones para cerrar un nuevo pacto entre Cataluña y el Estado. Un acuerdo que satisfaga a todos y, esta vez sí, sea el definitivo.



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