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Muere Botín, el último banquero tradicional

Muere Botín, el último banquero tradicional

jueves 11 de septiembre de 2014, 09:43h
Ha muerto Emilio Botín, el primer banquero de España en la cercanía de los ochenta años de edad. Ha muerto con él un modelo bancario, sacado adelante con inspiración y mucha transpiración. Todo un éxito que para seguir siéndolo tendrá que  proceder a importantes cambios. 

Su padre, Emilio Botín Sanz de Sautuola López, fue el último magnate. El maquinista no arrancaba el tren de la estación de Santander hasta que Don Emilio no llegaba. El hijo, Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Rios es el último banquero tradicional. Le ha sucedido su hija Ana Patricia, que no es un Emilio pero sí un Botín, que aplicará su propio diseño.

Su padre elevó un banco regional, el último de los siete grandes, una estructura financiera que se mantuvo durante décadas hasta finales de los ochenta, a la categoría de campeón de Europa y  uno de los mejores del mundo. Y lo hizo peseta a peseta, duro a duro y euro a euro, recogiendo ahorros y transformándolos en créditos sin dejarse tentar por las formulas excesivamente imaginativas que le ofrecía la vanguardia de la ingeniería financiera. No le dolían prendas de reconocer que no entendía "eso de los derivados".

Sin embargo supo ver claro que había que salir al exterior, ir más allá de las Americas que exploró limitadamente su padre y ahora está presente exitosamente  en quince países gracias a los cuales ha podido salvar su cuenta de resultados en estos años de crisis en los que en España se pierde dinero.

El banquero cántabro llegaba a su despacho al alba y llamaba a todos los directores de sucursales para marcarles objetivos y volvía a llamarles al final de la jornada para controlar los resultados. Y lo mismo hacía cuando estaba de viaje. Hasta que llegó un momento en que el banco había crecido tanto, se había extendido tanto a lo largo del ancho mundo que era imposible manejarlo de tan artesanal manera.

Emilio Botín, un banquero tradicional, insisto, llegó a ser algo más que un banquero, tuvo el orgullo, llevado con sencillez, de convertirse en una referencia. Botín era sinónimo de éxito, poderío y  de sabiduría económica. Le escuchaban con sumo respeto los gobernantes de la derecha y de la izquierda y tuvo la grandeza de comprometerse eficazmente con la sociedad invirtiendo inteligentemente mucho dinero en beneficio de la enseñanza universitaria.

La sucesión en el Banco Santander se ha hecho con fulminante rapidez; el consejo de administración ha actuado de cuerpo presente. La continuidad está asegurada. A un Botín ha sucedió una Botín que ha aprendido el oficio de su padre y que se ha tenido que manejar con responsabilidades nada fáciles.

Es su oportunidad pero no lo tendrá fácil en estos momentos de encrucijada histórica en que la banca se encuentra en una situación complicada y la personalidad del padre marcaba poderosamente la cultura de la organización. Es una oportunidad y un formidable   reto para Ana Patricia que tiene derecho a aplicar su propio estilo y a quien sinceramente deseo éxito. Es mucho lo que nos jugamos todos. 
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