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Con motivo de la Cumbre Iberoamericana

Con motivo de la Cumbre Iberoamericana

sábado 17 de noviembre de 2007, 16:44h
No siento simpatía alguna –por múltiples razones- por Rodríguez Zapatero, pero he de reconocer que tuvo en aquel momento una actitud encomiable.

En los incidentes ocurridos en la Cumbre Iberoamericana que se efectuó en días recientes en Santiago de Chile, y los comentarios expuestos al respecto, hay algunos aspectos importantes a señalar que hasta ahora no se habían planteado como principios a respetar, y es oportuno, al fin, destacarlos.

Frente a las palabras desbocadas y agresivas de Hugo Chávez contra el expresidente español José María Aznar, que también implicaban a España, es ocasión de resaltar, además de la breve frase lapidaria del Rey, la actitud y las alegaciones del actual presidente Rodríguez Zapatero.

No siento simpatía alguna –por múltiples razones- por Rodríguez Zapatero, pero he de reconocer que tuvo en aquel momento una actitud encomiable. Primero, cuando al referirse a Aznar y en defensa de la persona de éste, manifestó que aunque era su contrario político, el mismo como exmandatario y como persona debía tratarse con el respeto debido, lo que él defendió más allá de las diferencias políticas. Después abogó porque el discurso diplomático en las convenciones multilaterales debe estar a una determinada altura, propicia a las relaciones recíprocas entre los participantes. Y en tercer lugar –para mí la más importante que aquí quiero resaltar- fue que Rodríguez Zapatero, en otras palabras, señaló como inaceptable la táctica de “descalificar” de antemano al que sea nuestro opositor o esté en desacuerdo con uno, con sus ideas, con su posición política, utilizando injurias, inventándole tachas morales, inculpaciones deshonrosas, etc.

Esto último ha sido la táctica sostenida por Chávez desde que se asomó a la escena política venezolana y, sobre todo, la escena internacional. Pero Chávez no es original en estos desplantes agresivos, en esos “golpes bajos” con el objetivo táctico de ofender y satanizar, de “descalificar” a los otros, sus contrarios ciertos o potenciales.

Chávez es discípulo directo de Fidel Castro, del que ha recibido esa “cartilla” con la táctica descalificadora que Rodríguez Zapatero señaló, como tangencialmente, en su réplica al mandatario venezolano.

Castro, con más habilidad, y con más impunidad, y con más condescendencia de la gran mayoría de los jefes de gobiernos y de los políticos de los países de América y hasta de Europa, ha venido haciendo cosas parecidas. Y en cuanto a sus desafectos y sus opositores todavía mucho peor; y en estos casos hasta con el aplauso cómplice de varios mandatarios, analistas, intelectuales, en distintos países.

Chávez es su imitador. Más burdo, menos astuto, menos temido, y en circunstancias histórico políticas distintas. Pero más poderoso económicamente y, por ello, más independiente.

Recordemos que en la tribuna de las Naciones Unidas, en los años cuando Kennedy era el presidente de los Estados Unidos, Castro utilizó su turno para ofender a Kennedy, calificándolo, entre otras cosas, de “analfabeto político”, por lo que fue llamado al orden por el moderador de aquella sesión.

Chávez aprovechó la misma tribuna y fue más allá en el ataque al actual presidente de Estados Unidos, calificándolo de diablo, aunque ahora tuvo más comentarios adversos que su maestro en aquella otra ocasión.

Al mismo Aznar, en una de esas cumbres de mandatarios, al regreso a Cuba, Castro lo llamó “Fiurecito”, como retoño menos de Hitler. Chávez ahora lo acusó de fascista y encubridor del Golpe de Estado que se intentó contra él.

Castro, en su demencia hegemónica en América Latina, fomentó la subversión y la intervención armada en casi todos los países del área, enviando incursiones y/o entrenando y organizando frentes guerrilleros en esos países. Chávez ha estado realizando otra especie de dominio sobre aquellos países, mediante concesiones petroleras y aportes económicos. Y en el caso de Bolivia ha amenazado con enviar contingentes militares en apoyo del gobierno de Evo Morales, en caso de que dicho gobierno confrontase problemas. Para tales probables emergencias, Chávez ha iniciado una carrera armamentista adquiriendo grandes equipos de guerra desde Rusia.

Los gobiernos de Castro y Chávez han estrechado lazos con Irán, en una alianza peligrosa con el mundo musulmán en estos momentos, cosa que aumenta el temor de los países capitalistas y democráticos. Ambos han continuado una especie de cruzada contra los Estados Unidos, objetivo final del comunismo internacional. Y ambos, para descalificar a sus oponentes ocasionales comienzan por “denunciarlos” como lacayos y agentes de Estados Unidos.

Luego, estas “vidas paralelas” han llevado a la práctica tácticas similares. Lo que Chávez hace ahora es copia al carbón de lo que ha venido haciendo Castro desde hace muchos años. Los insultos a Aznar, las inculpaciones de lacayos del imperialismo yanki a todo el que se les oponga, es sólo la puesta en práctica del manual de injurias y calumnias que Castro ha confeccionado para descalificar a los que no se le someten y son sus oponentes. Sólo que como se trata de un expresidente y el Rey de España, ahora Rodríguez Zapatero –lo que es digno de encomio- se yergue en rechazo de tales prácticas, y plantea una especie de principios que deben acatarse, incluso si se trata del adversario político.

Pero el gobierno castrocomunista, además, a todos los cubanos, aún los más sencillos e indefensos, que no se le someten, y disidentes políticamente o se oponen al gobierno en cualquier forma, los trata con toda clase de injurias, de desprestigio moral, con mentidas inculpaciones, con el fin de descalificados. Y casi todo el mundo se ha mostrado indiferente, con una indiferencia que es sinónimo de complicidad y desamparo. Y ni Rodríguez Zapatero, ni la gran mayoría de gobernantes de América y el mundo, han replicado con energía al régimen castrocomunista, por esa táctica infame de descalificar al que se opone.

Ojalá que este incidente en la Cumbre Iberoamericana sirva para alertar a la opinión internacional en lo adelante, y la práctica insolente, baja y sucia utilizada por el gobierno cubano para descalificar a los que luchan dentro y fuera de Cuba por el rescate de la libertad y la democracia, más que dañar a sus opositores, sea motivo para descalificar al gobierno tiránico y opresor que la utiliza.

* Abogado, poeta y escritor
Ex presidente del Pen Club de escritores cubanos en el exilio

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