Dios enloquece...

Cuando menos se esperaba miles de jóvenes convertidos en antorchas de verdad, coraje y moral han brotado de la madre patria Venezuela, para liderar ilusiones y realidades en una nación que está siendo sometida a la más espantosa y trágica forma de tortura y genocidio. De todas las veredas y calles del país, sin mella en sus mentes, sin alborotos retóricos, como quijotes que luchan contra monstruos reales, reciben azotes, sablazos, sus caras son aplastadas con culatazos y en muchos su humanidad termina en charcos de una sangre que tienen aroma a heroísmo en una patria que ruge por justicia, verdad y libertad.

Y cuántos, por el "delito" de ser estudiantes, son vilmente asesinados y han tenido que irse para siempre sin poder clavar la bandera de la libertad en el corazón de su padre, madre, hermano y amigo. ¡De clavarla en el alma del país donde nacieron! Ante esta realidad, ante esta lección de vida y ética, ante este sacudón existencial, solamente un tarado social no se movería en busca de la libertad. ¿Qué piensa hacer la sociedad? ¿Qué piensan hacer los hombres y mujeres adultos, profesionales, comerciantes, trabajadores, empresarios, bregadores del día a día..? ¿Sólo conseguir -o mejor dicho mendigar- un mísero pan? Acaso no piensan lanzarse a una jornada de lucha sin fin, que termine sólo cuando se retome la ruta de la equidad y la justicia.

O es qué por ninguna arista de sus egos se les filtra algo de vergüenza y valor al ver que sus hijos, hermanos menores, los pequeños de la casa, la niña que ayer mismo bronceaba su alma con sueños de un destino mejor o el chamo que "no hacía otra cosa que jugar por Internet" han mandado para el carajo la mentira, el terror y la barbarie. Ellos convertidos en adultos prematuros, son carne de cañón de irregulares, de bandas armadas, de un régimen que desde hace miles de días pactó con el demontre.

Es evidente que gobernantes, políticos, militares y muchos dirigentes han perdido el sentido de la realidad. Es la oportunidad para que la sociedad civil tome el poder político y el control de las instituciones. Una minoría está enloquecida; la gran mayoría no. ¡Hasta los dioses están con estos jóvenes! Dice una vieja y sabia frase latina "Dios enloquece previamente a los que quiere perder"...

Médico psiquiatra y antropólogo
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