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Primer disco del hijo de Luis Pastor y Lourdes Guerra

Pedro Pastor aspira a facilitarnos 'La vida plena' con su original y audaz música

Pedro Pastor aspira a facilitarnos 'La vida plena' con su original y audaz música

lunes 06 de octubre de 2014, 09:15h
Es fácil aplicar el manido, aunque real, tópico que afirma eso de "que de casta le viene al galgo". Y es que Pedro Pastor, que ha bebido en las aguas artísticas de su padre el genial cantautor Luis Pastor, y de su madre la también magnífica Lourdes Guerra -ambos en plena vigencia todavía en música, textos y resto de su producción- ,acumula la genética paterna, sí. Pero sobre ella es un artista con sello y vitola propio, que quiere vivir 'La vida plena', título de un original disco que se presenta este viernes 10 en uno de los mejores escenarios, el conocido como templo de la música: o sea Galileo Galilei.
'La vida plena', presentación discográfica de Pedro Pastor Para cualquier aficionado a cualquier arte ver nacer el talento constituye un placer supremo. Asistir a ese momento mágico en el que un artista que surge de la nada planta sobre el escenario, o en un disco, la sensibilidad, la inspiración y la inteligencia que le hacen grande desde ese mismo momento del parto, es una gozada, que aumenta al comprobar luego cómo esas cualidades se van afianzando con cada nueva obra. Como escribe Antonio Gómez, disfrutar de esa experiencia iniciática es lo que ahora nos ofrece "La vida plena" el primer disco de Pedro Pastor Guerra. 

Con él podrán deslumbrarse quienes no le conocen aún y reafirmarse en su deslumbramiento los que vienen disfrutando de sus canciones desde que empezó a cantar. Porque Pedro Pastor es nuevo, pero no un neófito. Pese a su extremada juventud (19 años) ya llega con los deberes hechos. Desde que comenzó a subirse a un escenario hace ya más de cinco años Pedro Pastor ha ido creciendo como persona y como creador a partir de unos principios que ya anunciaban lo que ahora confirma "La vida plena" con singular nitidez: la existencia de un cantautor personal, audaz, original y profundo. Un artista.

Si tuviera que encontrar una característica que destacara por encima de las demás en este primer disco de Pedro Pastor, entiendo que sería la capacidad superadora que muestra para recoger toda la herencia y variedad de la música popular contemporánea en su faceta cantautoril; no de una forma acumulativa, sino integradora, asumiendo como propios aquellos elementos preexistentes que le sirven para desarrollar su propia personalidad creadora. Decantar la voz propia de entre la multitud de ecos que se funden en el laberinto sonoro de las montañas.Prácticamente todas las canciones de Pedro Pastor están escritas con descarada sinceridad en primera persona, de tal manera que en su conjunto bien pudieran definirse como el diario íntimo de un cantautor postadolescente. 

Universalizar lo particular

En ese diario, el autor va dejando testimonio de toda su compleja intimidad, que no se limita a las relaciones amorosas, faltaría más, sino que abarca el conjunto de sensaciones, pensamientos, vivencias, aspiraciones, ideales o indignaciones, sociales o políticas, que conforman lo más íntimo del ser humano.Cabe preguntarse cómo unas confesiones tan personales pueden ser aceptadas como propias por quienes, cada vez en número más creciente, disfrutan y hacen suyas estas canciones. En lugar destacado figura, claro está, la sensibilidad del cantautor para expresar pensamientos, sensaciones y situaciones que siendo íntimamente suyos son también los de una comunidad, que no se reduce a sus contemporáneos, sino que se abre también a generaciones distintas, en la medida en que consigue universalizar lo particular. 

Decir lo que dice es importante, pero sería imposible transmitirlo con eficacia si no fuera por la manera en que lo dice. En ello estriba fundamentalmente, a mi entender, la originalidad de la propuesta musical que hace Pedro Pastor y el mucho valor de su trabajo. Estas canciones de "La vida plena" son un todo que se toma o se deja entero. En su trabajo no es posible llegar a lo más profundo de las canciones y entenderlas en todos sus recovecos sin que las músicas completen lo que dicen los textos o sin que la voz profundice y descubra matices, sugerencias, sensaciones o guiños que no se pueden percibir sólo en el folio o el pentagrama. 

Hay que escucharlas para entenderlas, y a cada audición, y eso es importante, se descubren en ellas nuevas cosas que las completan.No puedo acabar estas notas, sin hacer referencia a la producción, los arreglos e instrumentación del disco, a cargo de Markos Bayón, elaborados siempre a favor de las canciones y que contribuyen con generosidad a marcar su estructura y crear unos ambientes fluidos en los que la composición y la interpretación encuentran el flujo natural para desenvolverse con libertad, naturalidad y eficacia. Virtudes interpretativas todas ellas en las que el joven Pedro Pastor ha dejado ya de ser aprendiz y va camino de ser maestro. 

 

 

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