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Crítica de la película

'Interstellar': Una obra maestra abortada

'Interstellar': Una obra maestra abortada

jueves 06 de noviembre de 2014, 15:49h
'Interstellar' es toda una declaración de intenciones por parte de su director y guionista Christopher Nolan. En un momento de la misma, su protagonista dice: "Siempre nos hemos definido a nosotros mismos por nuestra habilidad de alcanzar lo imposible (...) Esos momentos en los que nos atrevíamos a apuntar a lo más alto, a romper barreras, a alcanzar las estrellas, a hacer de lo desconocido algo conocido". Nolan se viste el traje de visionario y se lanza desesperadamente a conseguir un hito cinematográfico, una obra maestra redonda que pueda compararse al '2001, una odisea del espacio' de Kubrick. Al final no lo logra pero hay que agradecerle su ambición, ya que si su odisea espacial no es tan redonda como su referente, desde luego es un viaje de lo más entretenido.
La película se balancea entre el fantasma de Tom Joad, en la obra 'Las uvas de la ira' de Steinbeck, y la alargada sombra del monolito de Kubrick en '2001'. Lo malo es que se pierde entre medias del humanismo de la primera y la frialdad científica de la segunda. Nolan no logra hallar el punto exacto a su historia y, a pesar de contar con excelentes momentos, no llega a cuadrar la obra maestra que tan vehementemente cree haber hecho. Y es que, como a su protagonista, a Nolan le sobra la sangre fría de intentar maniobras arriesgadísimas en el aterrizaje, aunque tampoco estoy muy seguro de que no haya dejado alguna abolladura en su flamante carrocería.

Las primeras escenas nos enseñan un paraje de EEUU que parece sacado de la Gran Depresión de los años 30, Cooper (Mathew McConaughey) es un granjero viudo a cargo de dos hijos. Eso sí, antes de que el mundo comenzase lentamente a agonizar, básicamente ya solo se puede plantar maíz, fue un piloto de la NASA. Cooper es un hombre a contracorriente en un mundo que ha dejado de mirar a las estrellas buscando "la última frontera" y que piensa que las misiones Apolo fueron un brillante truco de propaganda para forzar la ruina de Unión Soviética. En palabras de su protagonista: "Solíamos mirar hacia el cielo y preguntarnos nuestro lugar entre las estrellas, ahora miramos hacia abajo y nos preocupamos por nuestro lugar en el polvo".

Esta primera parte le relaciona con el Spielberg de 'Encuentros en la tercera fase', tanto la imagen, la granja parece sacada de aquella película, como el tono, la relación de Coop con sus hijos, especialmente con su hija, remiten directamente al cine del ex Rey Midas de Hollywood. Pero entonces Nolan pone en marcha a su protagonista rumbo al espacio exterior. A Cooper se le presenta la oportunidad de volar al espacio para salvar a la Tierra y tendrá que elegir entre el estrecho vínculo que le une a su hija y la posibilidad de salvarla. En el espacio Nolan da lo mejor de sí mismo con algunas maravillosas escenas de acción pero también comienzan a vérsele las grietas a su guión. El resto de astronautas no están tan bien definidos como Cooper. Algo no funciona en una película cuando un personaje puede desaparecer sin que le importe a nadie.

Aun así, es todo un lujo poder contemplar su metraje en una pantalla enorme junto al mejor equipo de sonido posible, también es bueno contar con alguien que sea capaz de contar historias de este tamaño de su propia cosecha sin tener que recurrir a cómics, remakes o precuelas. Eso sí, a la película no le faltan momentos llenos de clichés que le acercan peligrosamente a ese tipo de películas y le quitan algo de personalidad propia. 'Interstellar' quiere ser parte de ese legado de pioneros, Nolan postula su película como parte de un idealizado canon de grandes acontecimientos del cine de ciencia-ficción, de ahí sus continuas declaraciones sobre la enorme influencia de '2001'. Pero si la película de Kubrick fue, en cierto modo, el Apollo XI, la de Nolan es entonces el Apolo XIII.

Una película irregular pero llena de grandes momentos, puede que Nolan no haya hecho la obra maestra que cree haber hecho, pero por el camino ha dejado una fascinante equivocación. Los grandes momentos se confunden con otros bastante irregulares, no se decide a seguir la ciencia del todo, no apuesta por el amor completamente, no es Kubrick, no es Spielberg, pero desde luego es 100% él mismo. No es su mejor película pero sí la más ambiciosa y la más arriesgada. Contiene algunas escenas sencillamente magistrales pero termina perdiendo el control y el final se estira demasiado, como si, al igual que Cooper, su extraordinaria confianza en sí mismo no se trasladase a los demás.

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