Puede que sea cierto que el Partido Popular no sea cum laude en comunicación, quizá porque los otros partidos transmiten sus mensajes con la muleta del descaro y la mentira, haciendo de la información interesada un circo donde la parte fea se viste de fábula.
No hay más que echar la vista atrás cuatro años para comprobar como el entonces presidente de todos nosotros, el Sr. Zapatero y sus "mariachis", negaban lo que muchos españoles ya apreciaban cuando metían las manos en sus bolsillos. El país ya olía a crisis y el presidente del gobierno no solo no movía un músculo de su inquietante sonrisa, sino que nos decía descaradamente que todo iba bien. Solo la evidencia del despropósito de aquel gobierno y el ritmo frenético de la destrucción de empleo, empresas, industrias, y la quiebra financiera, hablaron por sí mismos. Y como fondo, después de las elecciones, la apertura de un testamento cuya herencia muchos se resistirían a aceptar.
A Mariano Rajoy le tocó gestionar la miseria y bandear las relaciones con Europa. Llegó al gobierno con cuatro años de retraso, precisamente por un fallo intencionado en la comunicación de otro partido, que tenía menos escrúpulos que el PP y criminalizó al gobierno de Aznar de una adversidad con un calibre monumental con el propósito de cambiar la voluntad del electorado. Me refiero al desgraciado atentado del 11M, tan solo tres días antes de las elecciones generales de 2008.
Aguantó como jefe de la oposición, y supo defender a nuestro país trabajando duro con un gobierno enfrente que andaba sin norte y sin consciencia. Lo hizo, como lo hacen quienes están acostumbrados al sacrificio y la entrega, con una dignidad y entereza que la mayoría de los españoles supieron entender dándole su confianza en 2011.
A partir de este momento, la carrera de Rajoy no ha sido fácilmente practicable. De partida, y ya como presidente del Gobierno se encontró con un país en situación de ruina económica, con una deuda exterior e interior que pocos estados podrían soportar y con la consecuencia de unas cuentas pendientes de pago con montantes de miles de millones de euros, producto del gran despilfarro y desorden económico del gobierno anterior, el de la sonrisa. El resultado, la amenaza cierta de la intervención económica para España.
En solo tres años Rajoy ha hecho que el horizonte de la recuperación económica comience a verse con claridad. La bajada progresiva y continuada del paro, la subida de los datos de empleo y nuevas altas en la Seguridad Social, animan a pensar que lo que se ha hecho no ha sido fácil y se ha hecho bien.
La bacteria de la corrupción ha tocado a todos los partidos políticos, incluso a los de nuevo cuño. Rajoy ha hecho lo que no han hecho y siguen sin hacer otros, me refiero a Mas en Cataluña y Díaz en Andalucía. Me refiero a Zapatero en su día con Pepiño Blanco y me refiero a Pablo Iglesias en la actualidad. Dar la cara y hacer frente a este tipo de cuestiones es lo que distingue a los políticos de pacotilla de los gobernantes no de casta pero si de clase.
Al final, se le reprocha no haber explicado lo que tenía que decir, pero ha hecho lo que tenía que hacer, sin la ceja de Zapatero, sin la belleza de Pedro Sanchez y sin la coleta De Pablo Iglesias, Mariano Rajoy un mandatario de largo recorrido que ya se ha ganado un hueco en la historia.
Valle Arcos
Concejal de Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Toledo
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