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Sin salida

Sin salida

miércoles 21 de noviembre de 2007, 05:15h
A partir del 3 de diciembre todo sueño de democracia quedará despedazado

Para gran desgracia de Venezuela, el resultado del referendo del 2 de diciembre ya está decretado, independientemente de cómo vote la gente. Aunque la mayoría vote contra la propuesta de una dictadura constitucional, como indican los sondeos que podría suceder, los votos se contarán en secreto y se anunciarán los números que desea Chávez. Las elecciones no han sido transparentes en Venezuela desde antes del referendo revocatorio de 2004, cuando Jimmy Carter certificó en medio de la noche unos resultados electorales que no observó, que no fueron auditados de manera independiente y para los cuales nunca fue posible ningún recuento, salvo de parte de los secuaces militares de Chávez. Nada ha cambiado desde entonces. El registro electoral aún es turbio. Las máquinas de votación electrónica aún son una farsa. Que el Gobierno y no los electores cuenten los votos aún suprime la transparencia electoral.

En cuando al general retirado Raúl Baduel, que hable honestamente o que actúe por orden de Chávez tampoco importa. Baduel no habló cuando pudo ejercer su influencia, sino que esperó hasta su retiro para decir la verdad. A la luz de ello se puede incluir en la multitud, un toro más en un rebaño de cobardes. Los estudiantes sí son harina de otro costal. Lo que le ocurre a los estudiantes es una tragedia de consecuencias históricas para América. A los estudiantes les duele profundamente el país y arriesgan sus vidas para expresar su amor. Pero sus sacrificios, heridas y humillaciones reciben menos atención en Miraflores que un "¿por qué no te callas?" del rey de España. Y en términos de lo que hace Chávez, nada de ello importa. Hará exactamente lo que quiera en cada caso.

Chávez es el último capítulo en una triste historia de colapso. Venezuela, un petroestado que olvidó cómo ser productivo, comenzó a colapsar lentamente después de la nacionalización del petróleo en 1976. Las cosas empeoraron tanto para 1998 que la población recurrió a Chávez, quien aceleró el colapso mientras despilfarraba un océano de dólares. Lo que impide que Venezuela muera es el petróleo. Y el petróleo es todo lo que quedará el 3 de diciembre. Toda esperanza de una economía sustentable desaparecerá. Todo sueño de democracia quedará despedazado. Y cualquier motivo para que los jóvenes se queden en el país también se esfumará.

Michael Rowan
Analista
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Traducción: José Peralta

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